En la
antigüedad, los filósofos griegos se preguntaron por la felicidad y
la consideraban el fin de todos los seres humanos. El bien supremo o
fin último al que aspira todo hombre es alcanzar la plenitud de la
vida. Para algunos la plenitud era pensada como la posibilidad de
realizarse. Para otros, lograr el autodominio, o la paz interior.
También estaban los que pensaban en ser libres, tener autonomía,
en ser independientes.
Para
Sócrates, la felicidad pasaba más por alcanzar la sabiduría, poder
desarrollar el intelecto y expandir el saber, desarrollar el saber.
Conociendo la verdad se alcanza la felicidad. El saber y la felicidad
están íntimamente ligados. La frase más conocida de Sócrates era
el "Conócete a ti mismo". Esta felicidad socrática no
era material, sino más bien espiritual, llegar a ese mundo
inteligible, mundo de las ideas, que con posterioridad Platón
pensó.
Aristóteles
sostiene que la finalidad del hombre es la felicidad y se puede
alcanzar desarrollando la "ARETÉ",
la excelencia, la virtud. Aquello que hace al hombre más propio.
Aquello que lo hace ser lo que es.
La virtud
se logra a través del pensamiento y controlando los instintos
naturales a través de la razón humana que siempre busca la
prudencia, el equilibrio entre dos extremos. Por lo tanto, para
Aristóteles la felicidad es encontrar el punto medio entre los
extremos.
Para la
filosofía Epicúrea la ética estaba basada en la máxima "Evitar
el dolor y buscar el placer", porque cuando el dolor se presenta
genera dependencia y temor.
Liberarse
del dolor es aprender a desligarse de las cosas materiales,
entendiendo que nada es para siempre. En especial, la propia vida
humana.
Epicuro
decía que no había que temerle a la muerte. El más grande placer,
y por ello la más grande felicidad, es alcanzar la paz interior, la
imperturbabilidad del alma.
Para los
estoicos, el bien supremo en la vida es la felicidad, y ésta
consiste en la tranquilidad del alma: la "ataraxia". Estos
filósofos recomendaban vivir de acuerdo con la naturaleza, con
simplicidad y sinceridad, buscando el silencio, el retiro. La
felicidad depende de uno mismo y se alcanza siendo virtuoso.
En la
filosofía cínica, su máximo representante fue Diógenes decía que
nada hace más infeliz al hombre que la civilización. Y por ello
postula un retorno a la naturaleza y a las costumbres más animales
de los hombres. Para el cinismo los grandes problemas humanos se
encuentran en el abandono que el hombre ha hecho de su naturaleza
original. Para Diógenes ser feliz era ser libre, vivir como un
perro, en la naturaleza, trasgrediendo las costumbres y las
tradiciones sociales.
Durante
la edad media, según San Agustín la felicidad del hombre estaba en
alcanzar la verdad y para Santo Tomás es alcanzar a Dios.
Con el
surgimiento de la modernidad, Kant dice que la felicidad es cumplir
con el deber. La naturaleza de la ética no está en la felicidad,
sino en el deber. La sociedad a través de normas jurídicas debe
garantizar que ninguna persona con el fin de querer alcanzar su
propia felicidad los derechos de otra persona. Para Kant, primero
está el cumplimiento de las reglas, y después la felicidad. Kant
propone para ello una fórmula: el imperativo categórico, que dice:
"Obra solo según aquella máxima que
puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal".
Con la
posmodernidad la felicidad se convirtió en una felicidad egoísta,
cada persona puede elegir la felicidad que quiere, la felicidad ya no
se piensa en el otro, la felicidad se encuentra a través del consumo
de cosas materiales, pero esta felicidad produce desigualdades
sociales, porque no todos tienen acceso igual al mercado de consumo.
Teniendo
en cuenta cuál es el fin último del hombre,
primero tenemos que definir que es un fin y etimológicamente "fin"
significa lo que es término de algo, estrictamente designa aquello
que culmina o termina una tendencia o acción, obtenido lo cual el
agente cesa de obrar y reposa, hace referencia al fin como la
intención, el objetivo o la finalidad para la realización de un
acto.
Todas las
decisiones que toma el hombre la hace en función de un fin, de algo
que persigue y todas las acciones humanas están orientadas a la
obtención de algo, de un bien, de la felicidad.
La
búsqueda de la felicidad es uno de los objetivos que persigue el ser
humano a lo largo de su vida. Para unos, la felicidad es sinónimo de
desarrollo profesional, para otros, de ser solidarios con los demás,
ayudar a quien lo necesita, para otros, la felicidad depende del
dinero o del amor, otros sueñan con utopías que transformen la
sociedad actual, para otros consiste en no tener dolor, sentir placer
corporal, otros son más simples y disfrutan de las pequeñas cosas
de la vida,
Asimismo,
hay personas para las que ser feliz consiste en vivir con lo justo y
necesario.
Durante
su vida el ser humano pasa por diferentes etapas: niñez,
adolescencia y adultez, en cada una de estas etapas la felicidad es
diferente.
Otra de
las características de la felicidad es que no es eterna es temporal,
hay momentos en que se es feliz y otras no. Somos seres emocionales y
por lo tanto pasamos por diferentes estados de ánimos. Hay momentos
de alegría, tristeza, placer, dolor, angustia, confusión,
frustración, fracaso, ira, y todos los hombres hacen un largo
recorrido emocional permitiéndole crecer, cambiar, transformarse.
La
felicidad es una de las tantas emociones y estado de ánimo que
experimenta el ser humano en esta vida y está asociada con una
sensación de plenitud, alegría, goce y realización.