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martes, 20 de diciembre de 2016

La felicidad

En la antigüedad, los filósofos griegos se preguntaron por la felicidad y la consideraban el fin de todos los seres humanos. El bien supremo o fin último al que aspira todo hombre es alcanzar la plenitud de la vida. Para algunos la plenitud era pensada como la posibilidad de realizarse. Para otros, lograr el autodominio, o la paz interior. También estaban los que pensaban en ser libres, tener autonomía, en ser independientes.
Para Sócrates, la felicidad pasaba más por alcanzar la sabiduría, poder desarrollar el intelecto y expandir el saber, desarrollar el saber. Conociendo la verdad se alcanza la felicidad. El saber y la felicidad están íntimamente ligados. La frase más conocida de Sócrates era el "Conócete a ti mismo". Esta felicidad socrática no era material, sino más bien espiritual, llegar a ese mundo inteligible, mundo de las ideas, que con posterioridad Platón pensó.
Aristóteles sostiene que la finalidad del hombre es la felicidad y se puede alcanzar desarrollando la "ARETÉ", la excelencia, la virtud. Aquello que hace al hombre más propio. Aquello que lo hace ser lo que es.
La virtud se logra a través del pensamiento y controlando los instintos naturales a través de la razón humana que siempre busca la prudencia, el equilibrio entre dos extremos. Por lo tanto, para Aristóteles la felicidad es encontrar el punto medio entre los extremos.
Para la filosofía Epicúrea la ética estaba basada en la máxima "Evitar el dolor y buscar el placer", porque cuando el dolor se presenta genera dependencia y temor.
Liberarse del dolor es aprender a desligarse de las cosas materiales, entendiendo que nada es para siempre. En especial, la propia vida humana.
Epicuro decía que no había que temerle a la muerte. El más grande placer, y por ello la más grande felicidad, es alcanzar la paz interior, la imperturbabilidad del alma.
Para los estoicos, el bien supremo en la vida es la felicidad, y ésta consiste en la tranquilidad del alma: la "ataraxia". Estos filósofos recomendaban vivir de acuerdo con la naturaleza, con simplicidad y sinceridad, buscando el silencio, el retiro. La felicidad depende de uno mismo y se alcanza siendo virtuoso.
En la filosofía cínica, su máximo representante fue Diógenes decía que nada hace más infeliz al hombre que la civilización. Y por ello postula un retorno a la naturaleza y a las costumbres más animales de los hombres. Para el cinismo los grandes problemas humanos se encuentran en el abandono que el hombre ha hecho de su naturaleza original. Para Diógenes ser feliz era ser libre, vivir como un perro, en la naturaleza, trasgrediendo las costumbres y las tradiciones sociales.
Durante la edad media, según San Agustín la felicidad del hombre estaba en alcanzar la verdad y para Santo Tomás es alcanzar a Dios.
Con el surgimiento de la modernidad, Kant dice que la felicidad es cumplir con el deber. La naturaleza de la ética no está en la felicidad, sino en el deber. La sociedad a través de normas jurídicas debe garantizar que ninguna persona con el fin de querer alcanzar su propia felicidad los derechos de otra persona. Para Kant, primero está el cumplimiento de las reglas, y después la felicidad. Kant propone para ello una fórmula: el imperativo categórico, que dice: "Obra solo según aquella máxima que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal".
Con la posmodernidad la felicidad se convirtió en una felicidad egoísta, cada persona puede elegir la felicidad que quiere, la felicidad ya no se piensa en el otro, la felicidad se encuentra a través del consumo de cosas materiales, pero esta felicidad produce desigualdades sociales, porque no todos tienen acceso igual al mercado de consumo.
Teniendo en cuenta cuál es el fin último del hombre, primero tenemos que definir que es un fin y etimológicamente "fin" significa lo que es término de algo, estrictamente designa aquello que culmina o termina una tendencia o acción, obtenido lo cual el agente cesa de obrar y reposa, hace referencia al fin como la intención, el objetivo o la finalidad para la realización de un acto.
Todas las decisiones que toma el hombre la hace en función de un fin, de algo que persigue y todas las acciones humanas están orientadas a la obtención de algo, de un bien, de la felicidad.
La búsqueda de la felicidad es uno de los objetivos que persigue el ser humano a lo largo de su vida. Para unos, la felicidad es sinónimo de desarrollo profesional, para otros, de ser solidarios con los demás, ayudar a quien lo necesita, para otros, la felicidad depende del dinero o del amor, otros sueñan con utopías que transformen la sociedad actual, para otros consiste en no tener dolor, sentir placer corporal, otros son más simples y disfrutan de las pequeñas cosas de la vida,
Asimismo, hay personas para las que ser feliz consiste en vivir con lo justo y necesario.
Durante su vida el ser humano pasa por diferentes etapas: niñez, adolescencia y adultez, en cada una de estas etapas la felicidad es diferente.
Otra de las características de la felicidad es que no es eterna es temporal, hay momentos en que se es feliz y otras no. Somos seres emocionales y por lo tanto pasamos por diferentes estados de ánimos. Hay momentos de alegría, tristeza, placer, dolor, angustia, confusión, frustración, fracaso, ira, y todos los hombres hacen un largo recorrido emocional permitiéndole crecer, cambiar, transformarse.

La felicidad es una de las tantas emociones y estado de ánimo que experimenta el ser humano en esta vida y está asociada con una sensación de plenitud, alegría, goce y realización.