- Fundamentar la importancia de la educación desde el punto de vista antropológico: necesidad, posibilidad y límites.
Cuando
pensamos al hombre lo hacemos en relación a sí mismo y con los
demás, con su cultura, con el mundo y con lo sagrado, se sabe
consciente del espacio y el tiempo en el que vive. Es un ser que está
arrojado al mundo, un ser que nace incompleto, inacabado y a medida
que va viviendo se va construyendo a sí mismo. Esta idea de
construcción del hombre es el proceso central que debe tener la
educación como necesidad, cuya misión es el desarrollo integral del
ser humano para que pueda satisfacer sus necesidades humanas, y
asumirme como sujeto de derechos para el ejercicio como futuro
ciudadano. Cada ser humano está en una constante búsqueda de su
perfeccionamiento para poder ir transformándose, no solo
individualmente, sino además a la sociedad en la que vive.
La
posibilidad de educarse, le da al ser humano la centralidad de su ser
y de su accionar, lo forma intelectual y espiritualmente para asumir
posiciones críticas para construirse como individuo y en relación
con el otro y con su entorno para poder mejorarlo, para ello es
menester que la educación pública siga siendo inclusiva y que
llegue a todos, que no excluya a nadie del sistema educativo. Todos
los ciudadanos deben de pasar por el proceso educativo para poder
trascender los límites de su individualidad. La educación anima las
llamas de la inmanencia es lo que nos permite transcender como
individuos. El desafío es su calidad educativa, en una educación
personalizada, que el conocimiento disciplinar no sea la única
finalidad de la educación, que esté basada en una pedagogía del
amor, que desarrolle el potencial humano, en valores humanos de
colaboración, solidaridad, que fomente el diálogo y búsqueda de
consensos, que construya espacios para poder reflexionar sobre la
época actual que nos toca vivir y en lo posible mejorarla. La
educación transforma a las personas y forma en ellas conciencia de
la posibilidad de su trascendencia.
- Fundamentar por qué para el autor: “Es posible afirmar que la educación es, en el siglo XXI, algo muy conflictivo y realmente comprometedor”.
El cambio de paradigma de la
modernidad a la postmodernidad, tuvo repercusiones a nivel educativo.
Durante mucho tiempo la educación se basaba en el orden y el
progreso de las ciencias donde la verdad científica era una certeza,
le daba estabilidad al período de iluminación de la razón
matemática. Pero la posmodernidad irrumpe marcando el fin de la
historia y de la modernidad. Este cambio de paradigma debe de
permitir replantearse nuevas preguntas sobre la educación, en las
cuáles se pueden encontrar una diversidad de respuestas, acorde al
nuevo paradigma educativo posmoderno de relativizar todo, con lo cual
convierte a la educación en un tema de conflicto permanente, en
donde aparecen grietas difíciles de reconciliar. El hombre deberá
tomar un posicionamiento antes tantas posibilidades de conocimiento y
eso lo hace comprometedor, no solo es adquirir conocimiento, sino
como una herramienta para poder reflexionar, criticar, pensar la
educación actual. Para poder hablar de educación hay que hablar de
humanidad y traspasar las diferencias e ir al encuentro de una sola
realidad que supere el paradigma de la borrosidad y el diálogo y la
posibilidad de encontrar un acuerdo que nos involucre a todos.
- Caracterizar a la Educación como “espacio-tiempo de trascendencia”.
La educación como espacio y
tiempo no debe de ser una simple utopía, sino una esperanza de la
inteligencia humana para poder proyectarse más allá, ver la
complejidad, vencer lo negativo, convertir la potencialidad humana en
acción y para ello el nuevo paradigma educativo debe de superar las
grietas, las fisuras a la que nos llevan las ideologías. La
complejidad del momento actual, nos debe de llevar a un encuentro
como humanos que nos haga repensar la educación como posibilidad de
trascendencia, salir a contemplar la luz y volver a la caverna para
liberar educando y construyendo personas sabias y un mundo mejor.