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Conceptualizar y relacionar en torno a la
persona humana “inmanencia” y “trascendencia” como cualidades
de la misma acuñadas desde la filosofía.
Toda
persona humana, como ser libre e inteligente siempre ha sido motivo
de reflexión filosófica. Los conceptos de inmanencia y
trascendencia son características propias de la esencia y de la
existencia humana. Parecería haber cierta tensión entre ellos, como
oposición, sin embargo, pueden ser pensados como complementarios.
La
etimología define a la inmanencia como
aquello que permanece o está adentro y trascendencia
como aquello que está más allá, que
sobrepasa los límites.
La
inmanencia puede ser
pensada desde tres niveles
- Absoluta o estricta. Aquella que surge y termina en el sujeto. Es cuerpo y alma.
- Mitigada. Tiene una relación atenuada con lo exterior o trascendente. Es una mirada desde adentro hacia el afuera, una comunicación desde el interior hacia el exterior.
- Negación de la inmanencia. Es exterioridad, es trascendencia. Todo viene de afuera.
La
trascendencia puede
tener diversos significados.
- Para la filosofía Aristotélica-tomista.
- Lo que está más allá de toda categoría o concepto.
- Es inclusión. Trasciende las diferencias.
- Dios. Como algo que está más allá del mundo.
- Esencia. Se funda en la esencia misma de las cosas.
- Para la filosofía contemporánea.
- Dios está en el centro del mundo como un principio animado.
- Como substancia o cosa en sí, respecto a las apariencias o fenómenos.
- Como ciencias normativas. Relación entre derecho y verdad.
- Como comunicación con los demás seres humanos y con el mundo objetivo.
- Más allá de la experiencia, en la realidad o el conocimiento.
Inmanencia
en la persona humana.
La
existencia de la persona humana es una esencia inmanente.
- Es consciente de su yo y de su propia individualidad.
- Es libre. Su libertad interior le da autonomía y lo hace responsable de su obrar.
- Es subjetividad de sí mismo. Es dueño de su ser.
- Es subjetividad de lo otro. Lo diferencia y lo comunica con el otro. El yo reduce lo otro a su propia satisfacción: egocentrismo.
Trascendencia
en la persona humana.
El hombre
no es pura inmanencia, sino que necesita trascender. Está abierto a
asimilar de lo otro (interior) y a lo otro (exterior). No puede
bastarse a sí mismo, vive una continua inseguridad y amenazado por
la nada y la muerte ante un vacío existencial al que hay llenar y
encontrar sentido a su vida. En relación con su interioridad es que
busca su trascendencia. “Yo soy en el
mundo” (Heidegger). El yo se inserta al
mundo a partir de su interioridad. Vive la experiencia de estar unido
por una infinidad de relaciones y conexiones entre lo físico y lo
espiritual.
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Diferenciar el alcance trascendencia “intramundana” y
“transmundana” desde las concepciones antropológicas que lo
sostienen.
La
trascendencia trasmundana es la realidad del mundo exterior, todo
aquello que está fuera del mundo, como por ejemplo: la existencia de
Dios. Por el contrario, el mundo intramundano es el mundo físico,
material, es la realidad humana abierta, dinámica y temporal que
hace trascender al hombre, que se hace cargo de sí mismo, de su
realidad y se abre a lo diferente, como persona y como sociedad, como
parte de la historia y con capacidad de reconocer la presencia de lo
transmundano desde lo mundano. El hombre puede trascender por su
dinamismo inmanente, porque es consciente de su realidad física que
va cambiando y creando nuevas posibilidades de poner en común su
vida propia, constituyendo el mundo social y pasar a la historia a
través de su acción que lo autorrealiza.
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Realice una lectura del último texto de la bibliografía sugerida
rastreando relaciones con las cualidades de las personas
caracterizadas en el punto anterior y realice una conclusión final
en torno a la temática abordada.
Los
filósofos de la sospecha desenmascaran la falsedad escondida bajo
los valores ilustrados de racionalidad y verdad de nuestra sociedad y
cultura occidental, desde el pensamiento de Platón y Aristóteles,
el cristianismo y la razón cartesiana.
Los tres
expresan, cada uno desde perspectivas diferentes, la entrada en
crisis de la filosofía de la modernidad, al mostrar la insuficiencia
de la noción de sujeto, y al desvelar un significado oculto: Marx
desenmascara la ideología burguesa como falsa conciencia o
conciencia invertida; Nietzsche cuestiona los falsos valores; Freud
pone al descubierto los disfraces de las pulsiones inconscientes.
Ponen en cuestión los ideales ilustrados de la racionalidad humana,
de la búsqueda de la felicidad y de la búsqueda de la verdad.
A estos
tres filósofos los podemos relacionar con la praxis del mundo
intramundano, ya que los mismos de acuerdo a sus diferentes posturas
filosóficas niegan la trascendencia trasmundana, con su fuerte
crítica a toda doctrina religiosa, en cuanto a la existencia de un
ser superior y la negación de la metafísica tradicional. Aunque
ellos a través de la genialidad de sus pensamientos logran sus
propias transcendencias, haciendo una fuerte crítica a la sociedad
humana, a su sistema de producción, sus creencias. A partir de ellos
se puede pensar desde la filosofía, como una herramienta para
desenmascarar la realidad y poner todo bajo sospecha.
Los tres proponen que la vida del hombre
puede mejorar a través de la transmutación de todos los valores de
la sociedad burguesa que aliena y somete al hombre, le quita sentido
a la vida y reprime sus instintos más naturales convirtiéndolo en
un ser cultural y, por lo tanto, un ser neurótico.
Desde el
punto de vista personal, adhiero a la postura que adoptan estos
filósofos de la sospecha. A partir de ellos, la filosofía
desestructura, incomoda, interpela la realidad de lo cotidiano, pone
en duda todas aquellas verdades que se fueron construyendo en la
historia de la humanidad, especialmente lo que Lyotard llama los
grandes relatos históricos.
Como dice
Marx: “Los
filósofos no han hecho más que interpretar de diversas formas el
mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”
y la filosofía es una de esas herramientas de suma utilidad para
poder cambiar la realidad. La peor lucha es la que no se hace.