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jueves, 4 de julio de 2019

EL PROBLEMA DE LA IDENTIDAD.

¿QUIÉN SOY YO?
Esta es una de las preguntas más importante que nos hacemos en algún momento de nuestra vida y es saber quiénes somos, ello me ha conducido a recorrer diferentes caminos en la búsqueda de mi propia identidad. Una de ellas es la búsqueda interminable de mi genealogía, saber quiénes fueron mis antepasados. Otra interesante experiencia fue hacer una introyección hacia mi interior para poder reconocerme en mis ideas, mis conductas, mis hábitos, costumbres y mi entorno social. Además en la lectura de diferentes textos y cursando el Profesorado de filosofía, encontré una autora que me aclaró bastante el panorama, ella es Marta Badaro, (Escritora y Profesora de Filosofía y Ciencias de la Educación) en su libro: ¿qué es la filosofía antropológica? Y finalmente un texto sobre el problema de la identidad personal, de Samuel Cabanchik, filósofo, profesor de la UBA, me despejó todas las dudas para entender esta problemática, y del cual me pareció interesante hacer un breve extracto de él.  
La antropología filosófica como disciplina se manifiesta en las siguientes preguntas: ¿qué es el hombre? ¿Cuál es la esencia del ser humano? ¿Cuáles son las propiedades que permiten distinguir a este ser de las realidades no humanas? Y teniendo en cuenta estas propiedades, ¿Qué lugar le corresponde al ser humano en el cosmos?
La investigación filosófica sobre la naturaleza del ser humano se presenta como una pregunta por la identidad personal. Cuando intentamos responder a esta pregunta, vienen a la mente características diversas, con las que podemos identificarnos; por ejemplo, "soy alguien que mide tantos metros, que pesa tantos kilos, que tiene el cabello de tal color, que usa anteojos; también soy alguien alegre, charlatán, con ciertas creencias y recuerdos; también soy el hijo de M, el marido de F, ejerzo determinado oficio, soy socio de un club, afiliado de un partido político, ciudadano de un Estado"; por último, también puedo decir "soy un ser humano".
La identidad personal no se constituye sobre la base de una única característica, sino que está conformada por varias cualidades y, por el otro, que estas cualidades son heterogéneas. Algunas de ellas pertenecen al aspecto físico de la persona (talla, peso, color de cabello, capacidad visual), otras se refieren a su aspecto psicológico (carácter, idiosincrasia, historia personal), otras aluden a sus relaciones sociales (familiares, laborales, políticas) y, por último, comparte con sus congéneres la propiedad de ser humano. Cuantos más aspectos de una persona conoce, mejor conocerá a esa persona. Por ejemplo, imaginemos que se muda un nuevo vecino a nuestro barrio. El primer día que lo vemos abriendo la puerta de su casa podemos ya suponer algo acerca de él. Sin embargo, la idea que nos podemos formar de él es todavía muy abstracta: sólo conocemos de él algunas de sus características físicas, por ejemplo, sabemos que es varón, bajo, de cierta edad y demás. Esta primera percepción de nuestro vecino nos puede también brindar algunos indicios sobre la trama de relaciones sociales que constituyen su identidad. Por ejemplo, si lo vimos acompañado de una mujer y de niños, podríamos pensar que es casado y con hijos; si vestía ropa de trabajo, podríamos pensar que es un trabajador manual y demás.
Puede utilizarse la expresión "identidad formal" para referirse al conjunto de propiedades por las que se reconoce a alguien como una persona en general, es decir, no como esta o aquella persona, no como Juan o María, sino como una persona cualquiera. En cambio, puede utilizarse la expresión "identidad material" para referirse al conjunto de aspectos físicos, psíquicos y sociales por los que se conoce a una persona en particular, esto es, no como un miembro más del género humano, sino como este individuo singular irrepetible e irremplazable, distinto de todos los demás.
Los cuatros aspectos de como percibo mi identidad material:
1)      El conjunto de mis capacidades y de mis discapacidades está determinada por lo que se denomina "el cuerpo propio". Gracias a mi cuerpo, percibo los objetos como cercanos o lejanos a mí, como estando a mi derecha o a mi izquierda, arriba o debajo de mí, como atractivos o repugnantes, benéficos o peligrosos y demás. El cuerpo propio condiciona mi perspectiva tanto en el espacio como en el tiempo. Con los años, mi cuerpo se modifica, tal como lo evidencia, por ejemplo, la observación de las fotos que me sacaron hace algunos años,
2)      El carácter temporal de la subjetividad exige pasar a examinar el segundo aspecto que se encuentra en la identidad material: la autoconciencia psicológica o conciencia empírica de mí mismo. Cuando trato de identificar quién soy yo, puedo recurrir al conjunto de mis experiencias pasadas y de mis expectativas futuras. Respecto de las primeras, puedo realizar el siguiente experimento mental: fijar mi atención sobre algunos acontecimientos de mi propio pasado que creo especialmente significativos e incluso ordenarlos sucesivamente. El resultado de este experimento sería algo así como una película autobiográfica imaginaria, gracias a la cual tomo conciencia de quién soy, sobre la base de lo que me pasó y de lo que hice. Cada vez que alguien recapitula reflexivamente el curso de su vida, no se limita a proyectar la misma película ante un espectador imparcial. Entre el momento en que ensaya una recapitulación y el momento en que ensaya la siguiente, ha transcurrido un período en el que ha tenido ciertas experiencias y ha realizado ciertas acciones. Estas experiencias y acciones no se limitan a prolongar un poco más la película, sino que también modifican la perspectiva del espectador puesto que, de una "proyección" a otra, han ocurrido acontecimientos que han modificado su identidad material. Mi identidad material denominado "autoconciencia psicológica" y la proyección de una película imaginaria sobre mi propio pasado consiste, entonces, en que cada presente, en el que imagino cierta sucesión de acontecimientos autobiográficos, se encuentra atravesado por distintos "ayeres" asumidos y distintos "mañanas" esperados. La modificación de los distintos aspectos de mi identidad material, provocada por nuevas experiencias, acciones, sentimientos, creencias y relaciones sociales, entre otras cosas, modifica la conciencia que tengo de mí mismo. Sin embargo, a través y a pesar de todas estas modificaciones, conservo mi identidad personal, puesto que puedo reconocerme como el mismo que hace algún tiempo tenía otra idea de sí mismo. En distintos momentos de mi vida, reflexiono sobre mi identidad personal e imagino diversos relatos de mi historia personal que dan un sentido a mi vida. Estos relatos se van modificando con los años, pero siempre los reconozco como relatos sobre una vida única: la mía. La diversidad de narraciones, por tanto, no disuelve la identidad personal en una pluralidad de identidades, porque la autoconciencia psicológica reconstruye distintos relatos sobre una única identidad personal.
3)      En estos relatos en los que intento reconstruir imaginariamente mi propia historia, yo soy el protagonista o personaje principal. Sin embargo, cabe advertir que no soy el único personaje, solitario y aislado. Relatarme el pasado que me constituye como lo que soy implica necesariamente pensarme en el conjunto de relaciones sociales que he establecido a lo largo de mi vida. Eso exige considerar el tercer aspecto de la identidad material: la intersección de relaciones sociales. No soy sólo un cuerpo propio y una autoconciencia psicológica, sino que también soy una intersección o nudo de relaciones sociales. Yo (sólo yo) soy hijo de M, esposo de S, empleado de U, alumno de A, vecino de X, amigo de C y demás. Seguramente, si no hubiese establecido estas relaciones con ellos, un aspecto de mi identidad material sería distinta. Las relaciones sociales que establecí a lo largo de mi vida me constituyen como el individuo singular, irrepetible e irremplazable que soy, en alguien distinto de otros individuos (con quienes me relaciono directa o indirectamente). Un elemento interesante de este tercer aspecto de la identidad material consiste en que su conformación depende del reconocimiento. Por ejemplo, el caso de un rey. Esta persona tiene ciertas funciones y responsabilidades que se corresponden con su cargo, mediante las que se relaciona con sus súbditos y con los gobernantes de otros Estados.5i, por el motivo que fuera, unos y otros dejasen de reconocerlo como rey, él dejaría de serlo. 5u realeza está subordinada al hecho de que los demás lo consideren un rey. Del mismo modo, lo que somos depende siempre de las relaciones sociales que establecemos y este establecimiento depende del reconocimiento recíproco. Los criterios que utilizamos para reconocernos los establecemos, conservamos y modificamos nosotros mismos. Estos criterios se encuentran organizados en las instituciones sociales. La familia, la escuela, la universidad, las organizaciones barriales, sindicales o políticas y el Estado, entre otras, son instituciones que fijan criterios para determinar si alguien es padre o hijo, docente o estudiante, miembro o externo, ciudadano o extranjero y demás. Estas instituciones permiten fijar cierto conjunto de reconocimientos y están sujetas a las modificaciones históricas que sus autores creen convenientes. En el ejemplo citado, la realeza del rey depende del reconocimiento de los súbditos. De la misma manera, todos los elementos que conforman el aspecto social de la identidad de cualquier persona dependen del reconocimiento de otras personas.
Por último, además de ser un cuerpo propio, una autoconciencia psicológica y una intersección de relaciones sociales, soy un ser humano como cualquier otro. Además de los aspectos materiales, que me constituyen como un individuo singular distinto de otros, encuentro en mí algo común a todos los miembros del género humano: la identidad formal. Esta identidad formal es el soporte de los deberes y derechos éticos, válidos para todo ser humano, con independencia de sus rasgos físicos, su origen, sus creencias, su carácter, su lugar de nacimiento, su pertenencia a una familia o a un Estado y demás. Estos derechos y deberes, llamados "derechos humanos", han sido objeto de diversas declaraciones e incorporados a las constituciones de los Estados modernos. Estos derechos de tercera generación fueron incorporados en nuestro país con la reforma constitucional de 1994.