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sábado, 31 de mayo de 2014

El problema ético.

¿Qué es la ética? ¿Cuándo una persona actúa de forma ética? La ética, la moral, la ley y la religión, muchas veces se confunden y pareciera que es lo mismo.
Cuando uno sede el asiento a un anciano en el colectivo, cuando dice la verdad, se ayuda a un amigo, cumple una promesa, se está comportando moralmente. Es decir, actúa de acuerdo a las costumbres, valores y normas de la sociedad en la que vivimos, y que son aprendida desde pequeños.
El conjunto de normas, valores y costumbres que tiene una sociedad se llama moral y nos dice cómo debemos proceder. Por eso se dice que la moral se da de hecho.
¿Por qué tenemos que hacer lo que la moral nos dice? ¿Por qué son válidas estas normas y costumbres? ¿De dónde surge la obligatoriedad de la moral?
¿Por qué no se puede mentir, matar? ¿Por qué debemos ser responsables  de nuestro actos o ser solidarios?
Pasar del plano del ser al deber ser, de lo que de hecho sucede o debería suceder es lo que estudia la ética. El objeto de estudio de la ética.

¿Para qué saber ética?
  1.  Siempre estamos en una constante búsqueda sobre qué somos y cuestionando y buscando la verdad.
  2.    El saber natural y espontáneo que nos enseñan desde chicos (la moral) es básico y necesario, pero resulta muchas veces confuso, vago y ambiguo. Ejemplo: no siempre es conveniente decir la verdad. Si lo que nos dice la moral fuera un saber claro del que no surgieran dudas. ¿Qué sentido tendría la moral?
  3. La ética nos enseña a ser responsables frente a los demás y a nosotros mismos. No nos dice como la moral, que hay que hacer directamente, sino que nos hace actuar sobre el por qué de cómo actuar, nos hace tomar conciencia de la responsabilidad de nuestros propios actos.
  4. La ética no nos da respuesta automáticamente frente a un problema. No nos dice cual es la acción más justa entre varias posibilidades. Lo que hace es suprimir algunas confusiones, aclarar ciertas oscuridades, de modo que las opciones surjan con mayor claridad. Pero la elección será siempre nuestra, en eso consiste precisamente la libertad.


Diferencias entre la ética y la moral.


La ética es la aplicación de la razón a ese conjunto de creencias, hábitos, códigos de normas que cada cultura posee como una de sus características constitutivas.
Resumiendo: la moral dice que se debe de hacer, la ética pregunta por qué se debe de hacer. La reflexión ética intenta fundamentar las normas, las costumbres y los valores.

Coincidencias entre la ética y la moral.
  1. Ambas se expresan en un lenguaje normativo, es decir, expresan normas que orientan el camino a seguir.
  2. Etimológicamente son lo  mismo. Ética deriva de la palabra griega ethos y moral de la palabra latina mos, pero tanto ethos como mos se traducen del mismo modo: como conjunto de valores, normas, costumbre, principios que tiene una determinada comunidad. También se traducen como “modos de ser de ser o comportarse”, “conjunto de reglas, valores o principios”, incluso, como “morada o lugar en donde se habita”.
  3. Si una conversación se desarrolla en un ámbito informal o en un lenguaje cotidiano, no es necesario establecer una diferencia entre moral y ética.

La ley.


No se debe de confundir las normas morales de las leyes. No todas las leyes son éticas, es decir, no todas las leyes responden a una fundamentación ética, que las legitime. A su vez, no todo lo que puede ser ético es legal. Lo ideal es que existiera una coincidencia plena entre lo ético y lo legal, pero no siempre es así. Por ello es necesario distinguir entre legitimidad y legalidad.
Ø Legalidad: es aquello conforme a la ley.
Por ejemplo: en el siglo XVIII, en nuestro país existía la esclavitud de los negros, que era legal pero ilegítima porque la persona es un fin en sí misma y no una cosa al servicio de otro. Las personas no son cosas para ser usadas como fines de otras personas.
Ø Legitimidad: es aquello conforme a la ética.
Por ejemplo: Los pacientes que tienen enfermedades graves e interminables, podríamos pensar que lo mejor que les podría pasar es la muerte, si embargo, la eutanasia ((poner fin a la vida de un paciente por su propio bien) es algo ilegal en la mayoría de los países.

La religión.


Es algo mucho más complicado porque no hay una sola religión sino que hay varias. Una religión nos aporta una lista de obligaciones sin explicarnos por qué debemos cumplir con ellas, por lo cual la religión es lo que antes llamamos moral. Pero si intenta fundamentar racionalmente esas reglas, o sea, el por qué debemos de cumplir esas reglas, entonces es una reflexión ética.

La ética.

La ética como materia de la filosofía es una sola, pero existen varias éticas en ella. Así como hay varias morales, códigos de leyes, varias religiones, también hay varias éticas o teorías éticas.
Si la ética intenta justificar o explicar qué debo hacer o qué no hacer, conforme a la teoría ética desde la que hagamos el análisis, se llega a conclusiones diferentes.
Por ejemplo, desde una teoría ética, podremos concluir que jamás se debe mentir (como la ética de Kant). En cambio, en otra teoría ética ( de Stuart Mill), nos dice que se mentir para evitar malas consecuencias.
Esta es una de las razones por las cuales las personas discuten sobre los problemas morales. Todo depende de la perspectiva que se analice una situación. Si lo hacemos desde varias teorías éticas opuestas, lo más probable es que lleguemos a diferentes conclusiones.



Las teorías éticas.

Son bastantes numerosas, pero veremos las principales. Si partimos de una pregunta clásica: ¿por qué debo hacer X? surgen las siguientes posiciones:


Escepticismo.

Hay dos formas de escepticismo moral:
  • A.    Negación de la vigencia. Una norma está vigente cuando se la respeta, cuando uno actúa según, lo que la misma dicta. Por ejemplo. En nuestra sociedad hay una pauta que nos dice que las personas deben vestirse de determinada manera. De hecho las personas suelen vestirse de forma homogénea. Igualmente no hay que pensar que el hecho de que una norma no sea respetada implica que la misma no tenga vigencia. Por ejemplo, uno puede violar una norma moral que dice que no se debe de mentir. Pero esta violación no tiene porqué estar relacionada con la negación de la misma. Se puede seguir creyendo que debe ser respetada aunque de hecho no se haga. Es decir, una norma tiene vigencia cuando de hecho se la respeta y cuando se cree que se la debe de respetar. Negar la vigencia de una norma moral, equivale a decir que en materia moral todo es engaño, mentira, puro palabrerío, que las normas son vacías y sin sentido.
  • B.   Negación de la validez. Una norma es válida cuando uno puede justificarla racionalmente. De esta manera, podemos aclarar la diferencia entre vigencia y validez: la vigencia no implica una búsqueda de la verdad, con que se crea que la norma de ser respetada, es suficiente. En cambio, la validez, se intenta buscar lo que en verdad es obligatorio. Negar la validez de una norma es decir que la misma está apoyada en errores, los principios moraleso se apoyan en verdades.

Relativismo moral.

En este tipo de teorías se identifica validez y vigencia. Es decir, se sostiene que válidas son las normas que de hecho están vigentes.

Falibilismo moral.

Las normas tienen vigencia provisoria, son válidas por el momento. No hay forma de justificar una norma de una manera absoluta y para siempre, sino que se puede explicar por qué la misma debe ser respetada en el momento.


Teorías deontológicas.

La gnoseología, que es el conocimiento o la facultad de conocer. La búsqueda del hombre del conocimiento a pesar de que no puede conocer lo absoluto. Kant encuentra una solución a este problema en la conciencia moral, ya que tiene un contacto con lo absoluto, con el deber. La misma ordena de forma incondicionada y manda de modo absoluto. Esta conciencia es la que nos manda hacer algo porque debemos hacer y no porque nos veamos beneficiados al hacerlo.
Hay que diferenciar las normas que rigen el comportamiento de la naturaleza y las leyes morales. Las leyes de la naturaleza están regidas por leyes causales. Por ejemplo: si dejo caer una piedra a cierta altura, ésta caerá, pero no caerá porque tenga el deber de hacerlo, sino que cae a causa de la gravedad. Las leyes morales, se relacionan con la conciencia moral y están regidas por el “imperativo categórico”, el cual manda de manera incondicionada, no hay causas que se relacionen con este mandar.
Según Kant, nada puede ser considerado como bueno, salvo una “buena voluntad”. Es decir, que la voluntad es buena de manera absoluta y no relativa, es buena en sí misma y no por los fines que puedo alcanzar valiéndome de ella. En cambio, otras facultades, como la inteligencia son buenas de forma relativa porque la misma puede ser utilizada para resolver un problema matemático o para planear un robo.
Tres ejemplos:
  1. Una persona se está ahogando en un río y otra trata de salvarla y se ahoga.
  2. Una persona se está ahogando en un río y otra trata de salvarla y lo logra.
  3. Una persona se está ahogando en un río, y la otra la salvo de casualidad con red que estaba pescando.

El tercer ejemplo no tiene ningún tipo de validez moral porque el salvamento se realizo de casualidad. Los otros dos ejemplos son acciones relevantes desde el punto de vista moral, en ambos casos estuvo presente la voluntad y ambas acciones son buenas, más allá del resultado de final de la acción. Lo bueno no es el resultado de la acción, lo importante no es haber logrado salvar la vida de la persona, sino la voluntad que es buena en sí misma.
Para Kant, las acciones humanas no están dirigidas sólo por la razón: el hombre tiene otras inclinaciones y pasiones como el odio, el amor, el miedo, la ira, etc. El hombre está escindido, dividido entre las entre las pasiones y la razón. La razón y la pasión están en constante tensión. Debido a esta tensión, la buena voluntad se llama deber. El deber es la buena voluntad que encuentra ciertas restricciones que no le permiten manifestarse por sí sola. Si no existieran las pasiones, la voluntad respetaría la ley moral de manera automática y no necesitaría de una obligación que la limitara.


Tipos de acciones.

Para Kant hay tres tipos de acciones:
1.    1. Contrarias al deber.
Ø  Son claramente reprochables
2.    Conformes al deber.
Ø  Si bien concuerdan con el deber, no son realizadas a partir de laque pueden ser producto de una inclinación o de la casualidad.
3.    Y por deber.
Ø   Para que una acción sea moral, debe de estar determinada por la ley moral, que ser realizada por deber, aunque esto conlleve ir en contra de todas las inclinaciones.
Por ejemplo, cuando preferimos ir a una fiesta antes de asistir a un amigo al que prometimos ayudar en un examen. Si se cumple con la promesa, se va en contra de los intereses de ir a la fiesta, entonces nos encontramos ante una acción realizada por deber y valiosa desde el punto de vista moral. Pero puede ocurrir que la fiesta se suspenda y sea esa la razón por la cual se cumple con la promesa. Si esto ocurre, entonces, la acción será conforme al deber y no por el deber, no siendo moralmente relevante.
No es necesario el conflicto entre la moral y las inclinaciones para que nuestra acción tenga relevancia moral. Pueden ser que las inclinaciones y el deber coincidan. Así, el valor moral de una acción depende del principio que nos mueva a realizarla.
Kant llama a este principio máxima de acción y es aquello que me lleva a efectuar un acto, la norma que me guía al actuar.

Imperativo categórico.


La ley moral es una ley universal. Esto quiere decir que es válida en todo tiempo y lugar, todos los seres racionales la poseen de la misma manera. La ley que determina la voluntad es lo que Kant llama imperativo categórico. El mismo consiste en preguntarse, cada vez que se realice una acción, si uno quisiera que la acción fuera elevada a ley universal. Se debe de pensar que la máxima de la acción tiene que ser querida como la máxima de las acciones de todos.
La manera en que se formula dicha ley es la siguiente:

“Obra sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley universal”.

Si uno realiza una promesa y luego piensa en violarla, no estaría actuando por deber, sino guiado por sus inclinaciones. En otro sentido, al pensar si uno quisiera que la violación de una promesa fuere una actitud tomada como propia por todas las personas, pues nuestra razón nos llevaría a pensar que no. Si todo el mundo mintiera, si todo el mundo rompiera con las promesas, no se podría confiar en nadie y las promesas perderían el sentido. La persona que se piensa a sí misma violando una promesa, debe tener presente que, al actuar así, avala que dicho curso de acción sea tomado por otros. En otras palabras, si miento, debo esperar que los demás mientan. En este ejemplo, vemos, otra vez, la diferencia entre acciones guiadas por la ley universal, el imperativo categórico. Nuestras inclinaciones nos pueden llevar a romper con la promesa, pero,  el imperativo categórico nos lleva a actuar por deber respetando la palabra dada.

Autonomía versus heteronomía.


Como vimos, que el imperativo categórico es una ley universal que nos dice cómo debemos actuar. Para Kant, solo los hombres que actúan respetando la ley son realmente libres. Es el propio sujeto el que se auto impone este imperativo. Por eso se dice que esta ley está dictada de manera autónoma. La palabra autonomía viene del griego autos, propio y nomos, normas.
Cuando obedecemos el mandato paterno de no mentir, nos encontramos ante una norma externa. El sujeto que respeta estas reglas, es un sujeto que actúa guiado por una ley heterónoma. Mientras, la norma de no mentir se puede internalizar y convertirse en una convicción. El sujeto que actúa teniendo en cuentas reglas que pueden ser reconocidas por él como autoimpuestas, es un sujeto autónomo, un sujeto que respeta y construye sus propias reglas. Esta autonomía del sujeto está ligada a la libertad, ya que una persona que puede ser el autor de sus propias reglas de acción, es una persona libre.

Interpretación del imperativo categórico.

La tercera de las formulaciones dice:

“Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo tiempo y nunca como un medio”.

En la formulación del imperativo categórico, toda acción se realiza con miras a un cierto fin. Ordena de forma absoluta y se refiere a fines objetivos. Las personas no pueden ser pensadas como medios para lograr un fin, sino como fines absolutos, suponen la idea de la libertad. Los hombres autónomos son autores de su propia ley. Si no se tiene en cuenta la autonomía de las personas y se las utiliza como medios para lograr un fin, entonces se actuará en forma inmoral.
Kant también diferencia claramente a la persona de una cosa o mercancía.  La mercancía tiene valor porque sirve como medio para satisfacer algún deseo o necesidad y este valor será relativo a ese deseo o necesidad. Una persona, tiene valor absoluto, un valor en sí mismo. Este valor absoluto deriva de que las personas son los únicos seres autónomos, o sea, los únicos seres capaces de ser autores de sus propias leyes. Por otro lado, el tener autonomía moral es lo que da dignidad a las personas. Esto implica que cada persona es insustituible, no puede ser cambiada.


Teorías teleológicas.

A diferencia de las teorías deontológicas, donde la respuesta al por qué debo hacer x estará relacionada con la norma; en las teorías teleológicas, la respuesta tendrá en cuenta las consecuencias distintas: el utilitarismo y la teoría aristotélica.
El utilitarismo.

John Stuart Mill, es el representante de esta corriente utilitarista. Para este autor, el fin último de toda acción está relacionado con la búsqueda de felicidad o placer y la exención del dolor. De esta manera, la justicia o corrección de una acción estará relacionada con la capacidad que tenga la misma de promover felicidad y la injusticia o incorrección estará relacionada con la capacidad que tenga de producir lo contrario a la felicidad o placer. Para esta teoría, la promoción de la felicidad y la exención del dolor son las únicas cosas deseables como fines y todas las cosas deseables lo son o por el placer inherente a ellas o como medios para producir placer o prevenir el dolor.


Mill cuando habla de placer, no se refiere al placer que sienten los animales, sino a placeres superiores relacionados con las facultades humanas más elevadas.
La máxima utilitarista dice que lo que se ha de buscar es la máxima felicidad o placer para que el mayor número y el menor dolor para el mayor número de personas. Por ejemplo, a la mayoría de los estudiantes les produce felicidad viajar a Bariloche en septiembre, que en julio. Por lo tanto, el viaje debería hacerse en septiembre, maximizando el placer. Según esta teoría, se puede renunciar al propio goce o felicidad, si es este sacrificio el resultado de mayor felicidad o goce para la mayor cantidad de personas.
En el utilitarismo, no hay normas que sean obligatorias siempre.
Una crítica que se le ha hecho a esta teoría es que al tratar de explicar por qué la maximización del placer y la minimización del dolor son las únicas cosas deseables como fines en sí mismos, deriva en una falacia naturalista. Mil sostiene que la única prueba de que un objeto es visible, es el hecho de que la gente lo ve. Una cosa es deseable porque la gente lo desea.
Otra objeción es la posibilidad de que la mayoría subyugue a una minoría. Si lo que se busca es la mayor felicidad de personas, puede conseguir que se esclavice a una minoría étnica.

La ética de la virtud de Aristóteles.

Aristóteles abarca conocimientos que van desde la Lógica y la Botánica, pasando por la Ética, la Retórica, el estudio sobre animales y del Alma. Para comprender su teoría, hay que conocer el lugar del conocimiento práctico (el saber que me dice cómo debo de actuar) ocupa dentro de la clasificación que dicho filósofo hace de los distintos saberes.
Clasifica los saberes en teóricos, poiéticos y prácticos. Los saberes teóricos (del griego theorein: ver, contemplar) se ocupan de describir las cosas del mundo, por ejemplo, como se alimentan los animales o cómo crecen las plantas. Estas cosas son de una manera determinada y no pueden ser otra. No se puede modificar la manera en que los planetas se mueven.
Los saberes poiéticos (del griego poiein: hacer, producir, fabricar) y los saberes prácticos que se ocupan de lo que puede cambiar, por ejemplo, la manera en que fabrico algo. Estos saberes son normativos, se expresan a modo de normas que nos dice la forma en que nos debemos conducir para alcanzar el fin el fin que buscamos. Por ejemplo, si mi finalidad es decir para cocinar una torta, debo seguir una receta, que es el conjunto de normas que nos dice paso a paso lo que tenemos que hacer para lograr el objetivo.

La felicidad. Relación entre la Ética y Política.

Para Aristóteles todas las cosas de la naturaleza tienden hacia un fin que es el bien de cada una de ellas, su máxima perfección. La medicina tiene como finalidad la salud, el derecho la justicia, la arquitectura la construcción de una casa. Lo mismo sucede con las acciones humanas: cuando un hombre actúa, lo hace buscando un fin que lo considera un bien.


Hay dos tipos de bienes: los que son buenos e sí mismos, por ejemplo: contemplar un cuadro (este hecho es un fin en sí mismo y solo satisface el deseo sin necesidad de nada más) y los que sirven de medio para conseguir otro fin, por ejemplo, tomar un colectivo para ir a un lugar determinado (tomar el colectivo no es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar a destino). Hay que tener presente que, si bien hay bienes que son medios para obtener algún fin, siempre existe ese fin que se persigue. No existen acciones que no tengan un objetivo último, hay cadenas que son puros medios y no tendrían ningún sentido, faltaría la razón última por la que se actúa. Por ejemplo, al organizar una fiesta puede haber toda una cadena de acciones: llamar a los amigos para repartirse las tareas, ir de compras al supermercado, limpiar la casa, etc., el objetivo final es la fiesta.
Para Aristóteles, el fin último tiene dos características claras: es valioso en sí mismo y se basta a sí mismo, esto significa que no depende de ninguna otra cosa. La felicidad es el bien supremo y reúne los dos requisitos anteriores. No hay discusión posible a que todos los hombres buscan la felicidad. No hay acuerdo en cuanto a dónde debe de ser encontrada la felicidad, algunos creen que mediante el poder, otros en el honor, otros por la riqueza.
Es la política la actividad que tiene como fin último la felicidad. Cualquier otra actividad debe de ser subordinada a ella. Así, la ética queda subordinada a la política. Mientras la ética busca la felicidad individual, la política busca la felicidad común. De esta manera, queda justificada una mentira si es que esta redunda en un beneficio para el conjunto de la sociedad. Se diferencia de la teoría de Kant, porque esta teoría no admite la mentira bajo ningún punto de vista.
Para Aristóteles, las acciones morales son aquellas que benefician al conjunto, por ejemplo, la valentía en el combate. Esta puede perjudicar al individuo, pero resulta beneficiosa para el conjunto de la sociedad.

La virtud para Aristóteles.

Para Aristóteles la felicidad se encuentra en la virtud, entendida esta como excelencia que debe de buscarse en la actividad propia del hombre, que lo diferencia de los demás animales y lo hace ser lo que es, o sea, en la vida racional. Por ejemplo, si lo propio de un gaucho es montar a caballo, el bien del hombre es la actividad racional conforme a la virtud.
La virtud es un hábito por el cual el hombre se hace bueno y ejecuta bien la función que le es propia. Para Aristóteles, existen dos tipos de virtudes: las éticas y las dianoéticas. Las segundas están relacionadas con la razón aplicada a la facultad de desear. Son las virtudes del carácter y están relacionadas con los modos de ser.
La virtud es el hábito de elegir el justo medio por las mismas razones por las que lo elegiría el prudente. El hábito, está relacionada con la forma constante de actuar. Las acciones deben de ser sistemáticamente buenas para que la persona sea efectivamente buena. No alcanza con decir la verdad en la ocasión, sino que siempre se debe decir la verdad.
El acto moral está relacionado con la capacidad de elegir. Si no hay voluntad, no podemos hablar de acto moral. Sin deliberación y elección no puede haber voluntad en el actuar. En otras palabras, si se comete un acto malo sin elegirlo, la persona no puede ser juzgada por dicha acción. No se puede calificar de bueno o malo aquello que no es voluntario. Por ejemplo, cuando se golpea a un amigo por casualidad, sin premeditación ni voluntad. Esta acción no puede ser juzgada como moral porque no hubo intención de golpear y lastimar.
Al actuar debo hacer un balance entre los posibles cursos de acción a seguir y elegir el que se encuentra en medio de lo que Aristóteles llama vicios. Por ejemplo, la valentía es una virtud, el término medio entre los dos vicios: la cobardía, que es un vicio por defecto (por falta de valentía) y la temeridad que es un vicio por exceso (por ir más allá de la valentía prudente). El hombre prudente siempre elegirá, luego de una deliberación, la valentía, justamente porque el hombre se caracteriza por tener la razón entrenada para poder reconocer y elegir el término medio.

Libertad y responsabilidad.

Ser libre significa ser responsable de las propias elecciones, de las consecuencias de los propios actos. Cuando actuamos de determinado modo porque otro es quien nos lo ordena, no somos responsables. Pero cuando lo hacemos lo hemos elegido libremente, sí somos responsables.
Como observamos, la libertad y la responsabilidad siempre van juntas: son dos caras de una misma moneda. la libertad es sólo una cara de la moneda: la otra cara es la responsabilidad. Soy responsable en la medida que puedo justificar el camino elegido entre varios cursos de acción posibles y puedo responder por las consecuencias de dicha acción.
Hombre libre es el no sometido, quien es capaz de hacer algo por sí mismo. La noción de libertad no sólo incluye esta posibilidad de decidir, sino también la idea de responsabilidad para con uno mismo y para la comunidad. Es decir, que ser libre implica algunas obligaciones. Significa, por un lado la capacidad de hacer algo y, por el otro, una forma de limitación.

La libertad a lo largo de la historia de la filosofía.

Hay tres formas básicas de entender la libertad:


Para los estoicos, la libertad consiste en “disponer de sí mismo”. Pero esto no es posible, a menos que nos hayamos liberado de lo exterior. Esto a su vez, sólo es posible cuando reducimos a un mínimo nuestras necesidades. Lo que querrían decir estos filósofos es que cuántas más cosas tenemos o deseamos menos libres somos. El hombre libre es el que se atiene solamente “a las cosas que están en nosotros”.
Para Aristóteles, lo característico del hombre es ser libre, de actuar voluntariamente. Las acciones involuntarias son producidas por la coacción o por la ignorancia.
Kant establece que en el reino de la naturaleza hay un completo determinismo. El hombre, en tanto ser natural, no puede sustraerse a las leyes de la naturaleza. No sólo es un ser natural, también un ser racional y, es a través de la razón que se puede ser libre.
Ortega y Gasset, decía que la vida humana es algo que hay que hacer (un quehacer). No hay más remedio que inventarse de continuo a uno mismo decidiendo a cada instante qué se hace. La libertad no es algo que tenemos, es lo que somos, o lo que vamos siendo: estamos obligados a ser libres.
Sartre, también nos decía que estamos obligados a ser libres. En realidad, lo expresaba de un modo más fuerte: estamos condenados a ser libres. No podemos rehuir esta condena. Esto nos genera angustia (la angustia existencial) y por eso es que algunos inventan artificios y artilugios (horóscopos y relatos de videntes, etc.) con los que tratar de evadir la necesidad de tomar decisiones por sí mismos.

Las condiciones necesarias para ser libres.

La información y la falta de coacción son esenciales para que nuestra elección sea libre. Si cuando elegimos estamos sometidos a algún tipo de presión tampoco somos libres. Las presiones o coacciones pueden ser explícitas o sutiles. Las explicitas se realizan a través de amenazas y las sutiles a través de manipulaciones. Ni las amenazas ni las manipulaciones son formas legítimas de influir sobre las demás. La única forma legítima en la que podemos tratar de convencer a otro para que actúe como queremos, es la persuasión. Es decir, intentar convencerlo, a través, de la persuasión de los argumentos, pero jamás amenazarlo o manipularlo.
Cuando elegimos un curso de acción bajo coacción o sin estar lo suficientemente informados de todas las alternativas posibles, no somos libres y, por lo tanto, no somos tampoco responsables de las consecuencias.

Éticas de la intención y de la responsabilidad.

Max Weber, fue quien distinguió entre éticas de la intención y éticas de la responsabilidad. En las primeras, lo importante es la intención. Es decir, la acción es buena si la intención con la que se lleva a cabo es buena, independientemente que las consecuencias o los resultados sean malos. Por el contrario, en las éticas de la responsabilidad se tienen en cuenta las consecuencias de la acción muy especialmente. En las éticas de la intención lo importante es la pureza de la intención. En las éticas de la responsabilidad se privilegian los efectos de las acciones y se asume la responsabilidad de ellos.
El principal defecto de las éticas de la intención es el mal no deseado como consecuencia del obrar bien intencionado. El principal defecto de la ética de la responsabilidad es que puede aceptarse un mal como medio si con él se consigue un fin bueno. Como ocurre habitualmente, los extremos no son buenos. Una posición más aceptable es la que propone Max Weber y es la intermedia.

El paradigma comunicacional.

Los autores de las teorías de la comunicación son Hábermas y Apel. Apel sostiene que el derecho de todo interlocutor posible a participar de la discusión en la que se decidirá cuáles son las normas válidas. La única característica que se requiere para participar de dicha discusión es la de poseer competencia comunicativa, o sea, la capacidad para comunicarse, porque con esas personas existe la posibilidad de entendimiento a través del lenguaje. Dos personas capaces de comunicarse, capaces de de comunicarse, capaces de dialogar, puede llegar a un acuerdo justamente porque son capaces de entenderse mutuamente. Los interlocutores deben de reconocerse mutuamente. Somos seres capaces de comunicarnos y dialogar para llegar a un acuerdo, nacemos de una comunidad en la que hay otros en nosotros.

Conclusión.

Frente a un problema moral, cualquiera sea éste, no existe una única solución. Por el contrario, lo que hay es un espectro de soluciones posibles. Esto no significa que optemos por cualquiera al azar. Lo importante es que las soluciones ofrecidas puedan ser defendidas argumentativamente (con razonamientos). Así es como el espectro de alternativas puede reducirse pero difícilmente lleguemos a una sola posibilidad. Lo habitual es que sean varias las soluciones defendibles y  esto es lo que permite la diversidad de pensamiento.
Si queremos ser verdaderamente pluralistas y democráticos tenemos que respetar la diferencia de opiniones, porque el respeto es una condición ineludible de la vida democrática.

miércoles, 28 de mayo de 2014

martes, 27 de mayo de 2014

Filosofía. El problema Antropológico.

El problema Antropológico.

La pregunta por el ser del hombre.


Pregunta que se impone, que conmueve y nos llena de incertidumbre.
Cuando hablamos del ser, no hablamos de algo ajeno, ni de algo extraño, sino que hablamos de nosotros mismo como hombre, como ser, de lo más íntimo de nosotros, de nuestra vida en el mundo.
Esta es la pregunta que nos acompaña y nos atormenta durante toda nuestra vida. Pregunta inevitable. Pregunta que nos hace más humanos.
La reflexión sobre el hombre ha surgido con el hombre mismo. El hombre es inseparable de esta reflexión sobre sí. Ante el hecho de que somos, de que existimos, nos surgen las preguntas: ¿por qué? (causa); ¿para qué? (finalidad); ¿cómo? (modo).

Concepciones tradicionales sobre el hombre.


Desde los orígenes del pensamiento, el hombre siempre fue motivo de reflexión, no solo racional sino también desde lo mítico y religioso.
Las diferentes respuestas que el hombre ha dado establecen el lugar que ocupa en el universo, las relaciones con los otros hombres, la naturaleza y los animales.

Concepciones cristianas del hombre.


En una visión teocéntrica el hombre es pensado como una criatura, un ser creado por otro ser superior llamado Dios. Su alma participa de la divinidad, que es inmortal como su dios creador. Esta participación es lo que lo pone por encima del resto de los seres creados. El hombre es el rey de la creación.
La humanidad desciende de una pareja primigenia: Adán y Eva, que habitaban el paraíso. Pero desoyeron las leyes divinas y pecaron, entonces fueron echados de él.
Por haber pecado el hombre, su vida mortal es un castigo y el cielo su recompensa. Pero el cielo se lo debe de ganar en la tierra. El alma es su aspecto divino y su ansia es reencontrarse con su dios creador.


Su libertad consiste en actuar según la ley divina (el plan de dios). En cuanto a la razón, esta no es suficiente como fuente de conocimiento, ni mucho menos de redención. El valor supremo es el de la fe, en la palabra divina expresada en la Biblia (y la iglesia y sus sacerdotes).


Concepciónes clásicas del hombre: una visión cosmocéntrica y antropocentrica.


Esta concepción consiste en afirmar que lo propio del hombre es su racionalidad. Su capacidad de raciocinio es lo que nos diferencia de los otros animales y lo pone por encima del reto de los seres de la naturaleza.
Los griegos llamaban a la razón, logos, y lo consideraban parte de un logos superior, que el principio ordenador del universo. Y como el hombre participaba de ese logos, podía  conocer  el  cosmos. Pero para  poder  conocer las leyes que regían ese orden, debía apartarse del pensamiento mítico.
Con esta concepción el pueblo griego dio a luz, no solo la filosofía sino también la democracia.
Dotado de esta peculiar capacidad, el hombre estaba llamado a reproducir ese orden cósmico en su vida cotidiana. Por su racionalidad el hombre puede conocerse a sí mismo y también hallar reglas que lo ayuden a convivir también con los demás hombres.
Una consecuencia de esto fueron las ciudades griegas llamadas polis. La vida en ella estaba reglamentada  de tal modo que todos los hombres libres y adultos participaban en las decisiones de la ciudad.
Por eso que Aristóteles define al hombre como un zoon politikon (animal político). Esto implicaba ser racional y tener la capacidad de la palabra. Ser hombre, era ser político, era entonces formar parte de ese orden cristalizado en la vida de la polis.
Las ideas de los griegos no consideraban hombres a quienes vivían fuera de los muros de la ciudad.
Esta concepción clásica se reformula en la Modernidad. Luego de la Edad Media la razón deja de ser considerada peligrosa si no estaba puesta al servicio de Dios. Es nuevamente la luz que guía a los hombres en la búsqueda de conocimiento.
Max Weber llama la huida de los dioses de la tierra. El hombre recupera su libertad y es la razón la que hace posible que adquiera su autonomía. Dirá Kant, “atrévete a saber”, a abandonar la minoría de edad, a pensar por uno mismo. Este es el Slogan de la Ilustración.
El hombre reivindica su vida en el mundo y lo recupera como fuente de conocimiento. Pero esta vez es su razón el principio ordenador. El hombre es un microcosmos porque contiene en sí las condiciones de posibilidad de conocimiento del universo.

Concepción científica del hombre.


El optimismo científico confiado por sus avances y logros, proyecta su búsqueda del saber sobre lo humano.
Las tesis evolucionistas de Darwin se aplican al hombre y se lo concibe como un momento en el desarrollo de la especie, como un producto final y muy tardío de evolución.
El hombre sólo se distingue del resto de los animales por el grado de complejidad de su constitución. No hay entre él y los demás seres vivos más que diferencias cualitativas y no cuantitativas. En ambos: hombre y animal operan los mismos mecanismos y están sometidos a las mismas leyes.
La razón no es más que un instinto especialmente desarrollado. El hombre es un ser instintivo. Su espíritu, su razón no son más que el desarrollo de su poder de adaptación.
Según esta posición, el hombre es solo un mamífero superior notablemente adaptado. El desarrollo de sus facultades técnicas es lo que le ha permitido tener el dominio de la naturaleza. El hombre es un homo faber. Nada hay de divino, ni sobrenatural, ni de especial en el hombre.
Antropología filosófica.


La reflexión sobre el hombre ha sido acompañada por la Antropología Filosófica como disciplina.
Kant en la crítica de la Razón Pura afirma que todo el saber está contenido en la respuesta a las siguientes preguntas:
  • ·       ¿qué puedo hacer? Responde con la metafísica, el conocimiento del mundo.
  • ·       ¿qué debo hacer? Contesta con la ética, el conocimiento del alma.
  • ·       ¿qué me es lícito esperar? Responde con la teología, el conocimiento de Dios.
En una posterior de Kant que se llama Manual, que contiene cursos de Lógica, responde que estas tres preguntas pueden ser respondidas en una sola pregunta y que es fundamental. Si podemos responde a ella estaremos respondiendo a las preguntas anteriores.

¿Qué es el hombre?



Kant da nacimiento a lo que hoy conocemos como filosofía antropológica, cuyo objeto principal de reflexión es el hombre.
A diferencia de la Antropología Científico – natural, que dirige la atención al ser humano especialmente desde el punto de vista somático, trata la Antropología filosófica de considerar al hombre integralmente, como totalidad y de caracterizarlo en su integración con su integridad, el universo, el sentido de la existencia, tanto individual como histórica y social.

Unidad y dualidad.


El hombre es tan complejo que puede ser pensado de múltiples formas: la relación existente entre su aspecto material, corpóreo y su aspecto inmaterial, espiritual.
El hombre para los griegos era compuesto de cuerpo y alma. El cuerpo mortal era la cárcel del alma, que inmortal parecía estar atrapada en un mundo imperfecto y corruptible. El cuerpo era la ocasión, el medio para reconocer en este mundo, la perfección del mundo olvidado.
La tradición judeo-cristiana también reeditó esta teoría. Pero el alma en vez de pertenecer al mundo de las ideas, pertenecen a su Dios creador.
Descartes eterniza el dualismo. A diferencia de los griegos, el cuerpo será pensado como el límite de la individualidad, que será demostrable. Para los griegos el hombre formaba parte del cosmos, de un orden cósmico y que era considerado hombre cuando sus iguales lo reconocían como tal.
El cuerpo no es racional. Se tiene, se posee un cuerpo y es considerado la parte menos humana del hombre.
El cuerpo en la modernidad es abandonado al campo de las ciencias que estudian los cuerpos físicos. El cuerpo no se necesita para pensar. El alma en él es algo así como el fantasma en una máquina.
El hombre no se puede comprender sin el cuerpo, que es el que le otorga sensibilidad y su posibilidad de existencia en un mundo material.
Para Sartre, sin el cuerpo, sin el rostro, sin los ojos que hacen posible la mirada, el hombre no existiría. Vivir es vivir con el cuerpo.

Necesidad y libertad.


La Antropología Científica tiene como objetivo poder explicar el fenómeno de lo humano. Poder establecer las causas de su origen y poder formular leyes válidas para todo el tiempo y lugar, nos ayuden a predecir sus actos: a lo que se llama determinismo.
El afán científico: la búsqueda de la verdad, de una verdad y la confianza de que es posible descubrirla. Una vez establecidas las causas de lo humano.
El hombre debe de ser estudiado como un cuerpo más de la naturaleza. Sus acciones son explicadas como se explica la caída de los cuerpos: una vez establecidas las condiciones iniciales, no hay lugar para excepciones.
El hombre no solo debe de ser explicado sino también debe de ser comprendido. Implica captar el sentido de sus actos. Comprender que el hombre no es predecible, porque el hombre es dueño de sus actos y cada uno de ellos es un complejo acto de la creación libre.
Por ejemplo, si le damos a dos hombres un hacha y los dejamos solos en el bosque: ¿Harán lo mismo? ¿Quién puede predecir con seguridad que hará cada uno de ellos? Tendrá que tenerse en cuenta su pasado, su historia de vida. Y si son gemelos y recibieron la misma educación ¿harán exactamente lo mismo?
Hay aspectos de la vida humana que están sometidos a las leyes naturales, porque tienen un cuerpo que participa en ella. Pero su realidad es mucho más compleja que el mundo físico.
La filosofía antropológica, no busca la verdad, sino encontrar el sentido de sus acciones, es decir, comprender las acciones dentro de un flujo temporal, ver el pasado, y cómo se orientan y se dirigen en el futuro.
La libertad será una solución particular relativa al tiempo y espacio, propias y resultado de un sistema de ideas.

Esencia y Existencia.

La esencia es aquello que hace a una cosa ser lo que es esa cosa, sin la cual esa cosa no sería lo que es. La esencia expresada de manera correcta es la definición.
La existencia es diferente de la esencia, como el hecho de que esa cosa sea se distingue de la naturaleza de la cosa. La existencia parece algo así como un plus que se atañe a la esencia, una especie de complemento mediante el cual la cosa llega a ser real.
La esencia se presenta como lo abstracto y la existencia como lo concreto y lo más real. No podemos concebir la existencia de algo sin pensar en ese algo como existente, pero podemos concebir la esencia de una cosa que no existe.
En el pensamiento contemporáneo se denomina como esencialismo a aquellas teorías filosóficas que afirman el primado de la esencia (sea porque la esencia es previa a la existencia o porque se reduzcan a aquella).
Busca descubrir la estructura fija, objetiva, permanente e inmutable, aquello que todos los hombres tengan en común y que nos sirva para reconocer qué es un hombre y que no lo es.
Max Scheler en “el puesto del hombre en el cosmos”, se opone a la concepción cientificista del hombre. En este trabajo se afirma que en los seres vivos es posible establecer cuatro grados de desarrollo:

  1.      El impulso afectivo, sin conciencia, propio de las plantas.
  2.       Es el instintivo.
  3.   La memoria asociativa, manifestada en una inteligencia práctica, presente en los mamíferos superiores.
  4.     El espíritu y que solo está en el hombre y es una diferencia esencial. El espíritu es lo que diferencia al hombre de los demás animales.
Las características del espíritu son la libertad, que lo convierte en un ser moral y, la objetividad, que lo hace capaz de conocer al mundo y a sí mismo. Pero la característica más significativa es que tener espíritu, lo hace al hombre un ser religioso.
Ernst Cassirer en su libro antropología filosófica dice que el hombre es el resultado de procesos de adaptación a su medio ambiente. El hombre (al igual que los demás animales) responde a los estímulos del medio  y es capaz de crear un sistema de símbolos.
Es el lenguaje un sistema de símbolos que se encuentra mediando la relación del hombre con el mundo y con los otros hombres.
Cassirer propone pensar al hombre como un animal simbólico, porque la definición de racional es insuficiente para expresar el origen de la existencia humana.
El hombre es capaz de ciencia, de religión de arte, de cultura, y de todos los quehaceres humanos y tienen en común poder ser expresados en sistemas de símbolos. Porque el hombre ha quebrado su relación directa con el mundo, y estas prácticas, son una instancia de mediación entre el hombre y el universo.
Existencialismo, se refiere a aquellas concepciones filosóficas contemporáneas que sostienen que la existencia es anterior a la esencia, entendiendo que la existencia es únicamente humana.
Existir deriva del latín exsistere, sistere significa mantenerse, estar colocado y ex designa la procedencia, el afuera.
Para Kierkrgaard la existencia designa al individuo concreto y único, no como algo acabado, sino como algo a realizar.
Para Heidegger es un ser abierto, el hombre es apertura. El hombre-es-un-ser-en-el-mundo. El hombre, el Dasein, el hombre arrojado al mundo… Ese Ser se pregunta por el Ser. El Ser ahí es el ahí del Ser. En el Ser ahí se pregunta por el Ser. Es el Ser que siente la presencia de la nada, que siente la inminencia de la muerte, se angustia. Es un Ser para la muerte porque sabe que va a morir. El Dasein es el Ser que sabe que va a morir. Que tiene infinitas posibilidades en su futuro, pero en todas sus posibilidades está la posibilidad de morir. El Dasein es un ente existencial, que está devorado por el mundo.
La existencia de Heidegger es ese ser-fuera-de-sí que es la existencia humana, el ser un proyecto, es un ser para hacerse, un ser abierto al mundo.
Al igual que Sartre, piensa que el hombre es un ser arrojado al mundo que lo precede, en un tiempo y lugar que no elige, pero vive en un mundo de posibilidades que lo hacen irremediablemente libre. El hombre comienza por no ser nada. Es proyecto, una flecha disparada en el tiempo, no puede detenerse, ni volver atrás. No permanece inmóvil, es siempre diferente.
El hombre no tiene naturaleza, no tiene esencia, empieza por no ser nada, el hombre nace siendo nada, lo único que tiene es la existencia y debe en la vida lograr su esencia. Para el existencialismo la existencia precede a la esencia. El hombre debe de inventarse a sí mismo.
 El hombre para Sartre es un ser libre, de plena libertad, por lo cual es el único responsable de lo que haga con su vida. Esta conciencia plena de libertad y ante la obligación de hacerse cargo de la vida, generan en el hombre un sentimiento de angustia.
La angustia es la conciencia del desamparo, del vacío, de la responsabilidad de tener que decidir qué individuo (hombre o mujer) queremos ser. Ya no hay destino que nos libere de tomar decisiones, ni de responsabilidades.

Persona.

Hombre sugiere un conjunto de imágenes, de rasgos y caracteres morfológicos, que se apartan y se oponen del concepto animal.
Ser humano expresa una unidad entre instancias interiores y exteriores, fisicobiológicas y suprasíquicas. Pero al igual que hombre, ser humano, hace referencia a la pertenencia a una especie. Señalan, lo que tenemos en común, lo que nos hace iguales, casi siempre referido a propiedades observables.
La palabra individuo tiene origen latino, proviene del término griego átomon, que significa, lo indivisible. Adquiere relevancia en la modernidad, cuando se piensa en el hombre como un microcosmos, autosuficiente, una unidad independiente, dotada de razón y de libertad y de autodeterminación.
El problema con la expresión individuo es que su concepto deja fuera de consideración al otro y al mundo. Se pensaba que la vida era un juego de fuerzas, donde los hombres se relacionaban según sus movimientos de atracción y de repulsión.
La cuestión queda salvada cuando se comienza a hablar de persona. Persona proviene del latín y significa máscara de teatro.
En tanto el hombre o ser humano se es miembro de una especie, el hombre participa del ámbito natural; pero en tanto persona participa en el ámbito cultural.
Sus características son:

1.    Singularidad: a diferencia de la expresión hombre, que expresa lo que los seres humanos tienen en común; persona, designa lo que tienen de único. La persona siempre es en situación, siempre es persona para alguien, frente a alguien, junto a alguien y a la manera que esto se da, será siempre irrepetible. Y puede ser único porque no tiene una esencia que lo determine (aunque sí tiene condicionamientos históricos, socioculturales que limitan sus posibilidades, pero no son un destino absoluto).
2.    Autonomía: la persona es libre, en tanto es principio de sus acciones. Tiene la facultad de decidir sobre sus actos y, en consecuencia, debe de ser responsable de ellos. Y en su accionar libre se irá afirmando como persona, desplegando en el transcurso de su vida sus posibilidades.
3.    Apertura: esta característica tiene dos aspectos: a) la persona y su modo de ser inacabado: la apertura es esta ausencia de cierre de la vida humana, siempre a punto de realizarse, por llevarse a cabo. La vida como un proyecto permanente; b) la persona y su modo de ser abierto: vive en relación consigo misma, con los otros y con el mundo, y esto constituye a la persona como tal. La persona es un mundo, existe en el mundo, es el mundo.

El sentido de la vida humana.


El problema de lo que el hombre sea se nos muestra en todas sus caras.

¿El hombre es siempre el mismo o el hombre es siempre otro?

Para pensar lo humano se necesitan categorías distintas que la utilizada para el estudio del mundo físico. En este error cae el esencialismo.
La existencia es un hecho que refleja su peculiar forma de ser-en-el-mundo, que el hombre en tanto proyecto no permanece inmóvil, si que es un ir-siendo, en una permanente huída de sí mismo y a eso es lo que llamamos vivir.
Entonces: ¿es imposible hablar del hombre, porque siempre será un ser distinto?
Así como tenemos la capacidad para definirnos, también poseemos la capacidad de extrañarnos a nosotros mismos. Y podemos vernos de distintas formas que se van dando en el tiempo, como cuando contemplamos nuestras fotografías vemos la fatuidad del instante.
Los yo se suceden, parcelados, escorzados, en la línea temporal de la vida. La vida que es cambiante, en su fluir constante que genera un juego de tensiones, de la que resulta la contingencia y relatividad de las cosas humanas.
Es menester, entonces, que la vida humana sea comprendida en su peculiaridad. La perplejidad humana, no es susceptible de ser resuelta exclusivamente por la razón que supone una estructura fija y dada.
La respuesta a la pregunta formulada por Kant ¿qué es el hombre?, exige una respuesta como cosa. El modo apropiado de preguntar es ¿quién es el hombre? En su respuesta está contenida la identidad y responder por la pregunta ¿quién? es contar una historia.
Para comprender algo humano, personal o colectivo, es preciso contar una historia.
Si la pregunta por la identidad, es la pregunta por la vida, y la vida es contradictoria, una forma de dar respuesta es un trabajo de reconocimiento de esas imágenes, como propias. El que para reconocerse deberá ir construyéndose con las imágenes que él y que los otros tienen de su yo, tejiéndola una a una en una trama narrativa.
Solo así es posible dar sustento a la diversidad, a la contingencia, a lo fugaz a lo anecdótico de su vida. Aquí tenemos a los personajes, como si fueran hombres arrojados en el mundo, viviendo su drama, sin libreto previo.
Ricouer entiende a las acciones humanas como estructuras prenarrativas, que reclaman un relato que explicite su sentido en un todo organizado, el conocimiento del hombre, no puede más que estar configurado narrativamente.
El hombre también, al ser su vida un drama, puede tener su lugar en la narración de su vida, de la cual él sea el personaje, sea persona. Persona porque es representación, es el personaje de su relato y del relato de los otros. Todo es representación.
La narración en su dinamismo, puede incluir el cambio, la mutabilidad y puede darle unidad en un todo organizado retrospectivamente.
Marcel Proust en su libro “en busca del tiempo perdido” presenta el relato de quien busca el sentido de la vida, comienza a escribir su vida para hallarlo y finalmente se da cuenta que ese era el sentido de su vida, escribirla.
Si no tuviéramos un lenguaje narrativo que nos permita dar cuenta del tiempo humano, hay cosas de las que no podríamos hablar.