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martes, 8 de julio de 2025

¿Qué es el peronismo?


El peronismo es un empecinamiento, terquedad, obstinación argentina, alimentado por los propios peronistas, pero también por el antiperonismo encarnado en el odio, el desprecio por el pueblo,  temeroso del pensamiento popular, rechaza la pobreza,  manifiesta su xenofobia, reivindica los golpes de Estado, niega los derechos humanos. A pesar de todo, el peronismo, siempre subsiste, siempre permanece, siempre retorna al poder. Tal vez, por la incapacidad de todos aquellos gobiernos que intentaron otra cosa diferente, haciendo al peronismo imbatible y que vaya mutando acorde a las coyunturas históricas en sus diversas formas de manifestarse: peronismo del 45 al 55, el de la resistencia de los 60 y 70, el retorno del 73, y el post mortem de Peròn: el Menemismo, Duhaldismo, Kirschnerisno, Cristinismo ; y ahora Albertismo, como una nueva versión de ese peronismo que sigue encarnado en la sociedad argentina con memoria colectiva de sus años de pujanza como movimiento de liberación, de desarrollo de un capitalismo nacional, del reconocimiento de los derechos de los trabajadores como columna vertebral, de ascenso social, de acceso a la educación, a la vivienda propia.

Una vez me preguntaron ¿Qué es el peronismo? Para mí el peronismo es un sentimiento, se lleva en el corazón, se siente, son recuerdos de familia, de mis viejos, de mi infancia, de ese viaje inconcluso a Ezeiza a recibir a Perón del exilio, de mi época de militante de la JP en la UB “Eva Perón” y en la JUP de la Facultad de Derecho.  Es folckore, es cultura popular, que me identifica con el pueblo argentino.  También significa mi rebeldía contra la opresión, la injusticia social, el individualismo. Es la resistencia a los golpes de Estado. Es pura esencia de argentinidad. Desde el pensamiento racional, el peronismo  es ideológicamente neutro, es policlasista, es todo y a su vez es nada y como decía el propio Perón en el movimiento hay nacionalistas, radicales, conservadores, socialistas, marxistas, pero todos somos peronistas. Es muy abarcativo, pero a su vez disperso. Me identifico con el peronismo  del 45, el de la resistencia cuando estaba proscripto en los 60, y el de los 70, lleno de jóvenes con utopías de querer cambiar el mundo. El peronismo me dio la posibilidad de  formarme con los mejores intelectuales como Jauretche, Scalabrini Ortiz, Rodolfo Walsh, Ortega Peña, Paco Urondo, Norberto Galasso, José María Rosa, etc.; sus libros me permitieron acceder al conocimiento  político e histórico de la argentina y al pensamiento filosófico con José Pablo Feinmann, Ernesto Laclau o Ricardo Foster, muchos de sus textos me sirvieron para poder entender esta pasión que es peronismo, en especial en épocas del Menemismo, el cual me sentí defraudado en lo ideológico, nunca entendí esa conversión al neoliberalismo, fue una traición. Fueron épocas de mucha discusión con otros peronistas que justificaban a Menem, nunca pude entender ese pragmatismo, ese verticalismo, ese movimiento pendular que va a veces hacia la derecha y otras veces hacia la izquierda. El peronismo se caracteriza por ser el partido político del poder, siempre tiene esa vocación innata o voluntad de poder al mejor estilo Nietzscheano que va por todo, que cuando se une es arrasador; y eso habilita a que el Movimiento se llene de obsecuentes, trepadores, alcahuetes, defraudadores, traidores, que ven en el peronismo el camino más corto para acceder al poder. Como maquinaria electoral ha permitido que muchos gobernadores e intendentes se eternicen en el poder al mejor estilo feudal. Tampoco comparto algunas prácticas mafiosas o corruptas como metodología para conseguir votos, o sobreprecios en la obra pública para financiar la política. Cuestiono la carencia de democracia partidaria,  reemplazada por la dedocracia para elegir cargos partidarios y en la administración pública, la falta de debates de ideas, la  formación de cuadros militantes con conciencia social y política, etc. Esto me distanció del PJ, durante muchos años.  Pensé en otras alternativas políticas (FREPASO – ARI),  que terminaron con el mismo pragmatismo que el PJ, aún peor justificando políticas neoliberales como las de la Alianza o el Macrismo, que lamentablemente terminaron en crisis como la del 2001, y la de hoy de Macri. Por suerte pude correrme a tiempo y ser fiel a mis convicciones.

La filosofía me permite posicionarme desde otro lugar, tener un pensamiento crítico, estudiar diferentes corrientes filosóficas representadas por Nietzsche, Marx, Foucault, Gramsci, Marcuse, Sartre. Lyotard, Derrida,  R. Kush, E. Dussel,  profundizaron mi pensamiento e incorporaron otras miradas para poder interpretar el mundo, latinoamerica y la sociedad argentina, tener mayor amplitud y  poner distancia con aquellas ideologías que terminan convertidas en dogmas cerrados. La filosofía te permite hacer análisis reflexivos con mayor apertura, mayor objetividad. Es el refugio que elijo en tiempos difíciles y de crisis individuales y sociales, para comprender mejor lo que ocurre.

Ya estoy grande para comer sapos, me cae mal al estómago y van en contra de mis convicciones. Hace rato que desensille esperando que aclare pero todavía veo nublado el panorama, tal vez sea muy desconfiado, escéptico, aunque creo que lo prioritario, principal es que se vaya este gobierno inepto de Macri que tanto daño le hace a la sociedad.

Son tiempos difíciles los que se vienen y no es momento para tibios, o se gobierna para el pueblo o para los poderosos que se enriquecieron en este último tiempo, es hora que el gobierno que viene no sea tan racional y moderado como el establishment económico pretende, porque eso significa más ajuste para poder cumplir los pagos a los especuladores privados y el FMI. Lo prioritario es hoy poder comer, tener salud, trabajo, educación, poder cubrir las necesidades básicas de la población.  

Desde mi humilde opinión, el próximo gobierno debería trabajar algunos ejes que marquen claramente un cambio estructural, un cambio epocal. El primero de ellos es una  reconstrucción ética y una reparación social a tanto daño ocasionado. Iniciar un debate histórico sobre la deuda externa sería muy interesante. El Congreso Nacional  debería instituir una Comisión Investigadora sobre la Deuda Externa que determine responsabilidades políticas y económicas de semejante saqueo. Llegó la  hora de poner fin al endeudamiento externo, a la transferencia de divisas al exterior, y de los que menos tienen a los que más tienen. El país va a cumplir casi dos siglos de pagar deuda,  desde el primer empréstito de la Baring Broters a Rivadavia, hasta hoy con Macri. Es hora de decir basta. Un segundo eje o tema a debatir  es poner punto final a tanta corrupción enquistada en el Estado, judicial, empresarial, sindical, política y económica. Para ello se necesita una reforma judicial y política en serio, tiene que haber conductas ejemplificadoras que el que roba el patrimonio de todos, algún día sea condenado a través de los resortes constituciones garantizando el debido proceso y jueces probos.  Un tercer eje para pensar, es una reforma tributaria en donde los que más tienen y más se beneficiaron en el presente y épocas pasadas tributen un porcentaje sobre su patrimonio, especialmente aquéllos bienes improductivos como sus cuentas Off Shore, inmuebles comprados en el exterior, etc. Hay 50 argentinos que tienen más de 300 millones de dólares, sus riquezas están claramente detalladas en la revista Forbes http://www.forbesargentina.com/ranking-los-50-mas-ricos-de-argentina/.  Que paguen impuestos a las ganancias aquellos que especulan comprando acciones en la Bolsa de Comercio y los depositantes de plazo fijo bancario. El que trabaja cobra un salario y no es ganancia, por lo tanto no debería  tributar. Distinto sería si los trabajadores participaran de las ganancias de las empresas, en este caso si deberían tributar, no sobre el salario, sino sobre las ganancias obtenidas en el balance anual de las empresas, establecido en el artículo 14 bis de la CN.

Alberto Fermández surgió de una jugada magistral de CFK, que movió el tablero electoral y lo colocó como el candidato que unificó a todo el peronismo. El Kirchnerismo es la base electoral más amplia del espacio político, pero a su vez están los gobernadores y el Frente Renovador, Las PASO y las  definitivas de ayer 27 de octubre le dijo a Macri que ya fue e inicia un nuevo período, habrá que ver, entonces, para que arco dispara el wing en ese juego pendular, en esos giros imprevistos del peronismo, promete poco, se sabe menos aún de su futuro gabinete y de su ministro de economía, manda señales para todos lados, si bien tiene su base electoral en el peronismo, sabemos que hay una melange, un poco de todo en la construcción política que se unió para derrotar a Juntos en el fracaso (Cambiemos), pero recibe a los empresarios del círculo rojo, a la Fundación Mediterránea, a los Agroexportadores, etc. Es difícil un pacto social con sectores del poder que boicotean y desestabilizan un país cuando su rentabilidad y sus intereses se ven afectados, acostumbrados a que sus patrimonios crezcan sideralmente, habrá que ver si ceden y aportan a la salida económica del país. Del otro lado estamos nosotros la clase media, trabajadores y los más postergados, los grandes perdedores del neoliberalismo. Veremos el Pacto Social del que se habla que resultado obtiene, esperemos que sea lo más positivo posible, pero hay un sector que está cansado de tanto esfuerzo en vano, necesita mejorar su situación social y económica y los hechos demostraran si los que concentran el poder económico están dispuestos a ceder. No sólo se construye política a través del consenso, a veces es necesario el conflicto o la confrontación para generar tensión y lograr objetivos como lo fue “Perón o Braden”, “Patria o Colonia”, “bicicleta financiera o producción genuina”.

A partir del 10 de diciembre, se inicia un nuevo período político y los pingos se ven en la cancha. En el debate Alberto Fernández hablo de que él era pragmático, que va a tomar de la ortodoxia o la heterodoxia económica lo mejor para sacar el país adelante. Aplicar la ortodoxia económica sería un Neomenemismo que significaría otro nuevo fracaso para el país, sabemos lo que significa el neoliberalismo en la Argentina. Personalmente espero que sea una nueva versión de conquista de derechos sociales, económicos y culturales como las mejores épocas del peronismo y el kirchnerismo, pero también en calidad institucional, con los funcionarios más capaces, aptos, eficientes y honestos para ocupar los cargos públicos. Sabemos que dentro del espacio hay  personas que reúnen estos requisitos  para dar salida a la pésima situación que atraviesa la Argentina. Las acciones de gobierno serán juzgadas por la sociedad y la historia en un futuro cercano.

La posmodernidad también mato el relato Kirchnerista.


La posmodernidad es entendida como aquella etapa de la historia donde mueren los grandes relatos, que vienen a dar bienestar y felicidad a todos los hombres. Ellos son considerados como: el relato del cristianismo, el relato del iluminismo, el relato del capitalismo y el relato del marxismo.

 “Todo lo que pueda ser dicho nada tiene que ver con lo que es”. Decía Pirrón.

 En la argentina actual, la historia nos dice que también  ha muerto el relato Kirchnerista. Este gobierno se ha caracterizado por levantar las banderas de la década del 70, de una generación de jóvenes militantes que sueñan con el socialismo nacional desde las filas del peronismo. Década finalizada con el golpe de Estado del 76 y la masacre de una de las generaciones más gloriosas que haya tenido esta Argentina.

 Si bien durante la primera etapa del Kirchnerismo, con Néstor Kirchner, se inicio un proceso de recuperación política, poniéndole límites al avance de la economía, con un fuerte intervencionismo estatal, a través, de subsidios y leyes que apuntaron a mejorar la situación de aquellos que sufrieron la década neoliberal, como jubilados,  desocupados, sectores medios que mejoraron su salario e incrementaron su consumo. Trabajadores sindicalizados, obteniendo, después de mucho tiempo, discusión de paritarias. Con reformas en el derecho laboral, respecto al trabajo en negro aumentando al doble la indemnización en caso de despido.  Una política regional UNASUR, en lo político y Mercosur en lo económico, con inclusión de Venezuela en este espacio. El alejamiento del FMI y las recetas del Banco Mundial. Y una situación de bonanza económica con un crecimiento del 8 o 9 % anual, con record de producción sojera desde 2003  a 2007; más acertadas políticas de derechos humanos y el acercamiento a organizaciones de DDHH, como Madres y Abuelas,  indujeron a muchos intelectuales a pensar a este gobierno como de izquierda.

 Este discurso se incremento a partir del 2007, con el primer gobierno de Cristina, donde el conflicto del campo en 2008 y la derecha argentina, representada por la SRA, se unía para desestabilizar  al gobierno democrático, con el intento de la resolución 125 de aumentar las retenciones al agro. 

 La Estatización del Anses, Aerolíneas Argentinas, YPF,  más leyes como la Ley de Medios Audiovisuales y de matrimonio igualitario, Asignación Básica Universal por hijo, hizo pensar a muchos como Carta Abierta, que el Kirchnerismo era la nueva izquierda argentina que venía por la distribución de la riqueza, por la justicia social y las banderas de aquél peronismo setentista, surgido de la resistencia y argumentando que a la izquierda del Kirchnerismo no había nada. Sumado a la aparición en escena de la agrupación política “La Campora”, que venía a desplazar al peronismo tradicional, ocupando espacios de poder dentro de la estructura de gobierno, con sus banderas rojas y negras y su estrella federal, conjeturando el retorno al poder de los hijos de aquella generación inolvidable.  

 Pero con el triunfo  contundente del 54%, del segundo mandato de Cristina, todo parecía que se venía la profundización del modelo y se iba a iniciar en serio una transformación del Estado con políticas antimonopólicas, reformas financieras y tributarias al capital económico y financiero, que se había iniciado con el Grupo Clarín (Ley de medios), haciendo suponer que todo apuntaba hacia allí.

Recuerdo que en una de las largas charlas política que tuve con un amigo Kirchnerista, cuando le daba mi punto de vista crítico hacia el kirchnerismo, diciéndole que no veía al gobierno en esa dirección, haciéndole notar que no avanzaba en una ley que obligue a las empresas a participar a los obreros en sus ganancias. Tampoco demostró interés en recuperar el ferrocarril, como transporte estratégico de cargas de mercaderías. Una reforma estatal para desestructurar todas las mafias corruptas que funcionan en base a negocios espurios con el Estado e incluso echando a muchos de los funcionarios sospechados de hechos graves de corrupción. Una reforma judicial que permita la posibilidad de que todas las personas puedan acceder a reclamos judiciales, abaratando los costos judiciales, que hoy hacen imposible el acceso a los sectores con menos recursos. La eliminación del mínimo no imponible al trabajo, y a través de una reforma tributaria obligar a tributar a aquellos que especulan comprando acciones en la Bolsa o depositando su dinero en un plazo fijo. Otra de las cosas que le planteaba a mi amigo era la falta inversión en obras públicas en los servicios como agua, luz,  petróleo, cloacas, rutas, canales de desagües, etc.; que hicieron agua en La plata, Once, y en las rutas con el índice más alto de muerte por accidente de tránsito. No se invirtió en obras de infraestructura necesaria para un país en crecimiento a tasas chinas.

 Toda esta serie de medidas políticas, era lo que le cuestionaba a mi amigo, allá por el verano de 2011, cuando la situación económica era otra y con tiempo suficiente de 8 años de gobierno encima, para haber avanzado en serio hacia un Estado de Bienestar. 

 Él respondía diciendo que para enfrentar al poder económico, había que concentrar más poder político, para hacerle frente a todas esas reformas que le iba planteando. Había que ganar las elecciones de 2011, con un porcentaje muy alto de votos para tomar ese tipo de decisiones.  

Sin embargo, a partir del segundo mandato cuando se tenía todo el poder para profundizar el modelo y avanzar hacia el relato que el mismo Kirchnerismo venía pregonando, se comenzó con una sarta de políticas erróneas e improvisadas que lo indujeron a un callejón sin salida que terminaron en enero de 2014, en la aplicación de las más nefastas políticas económicas ortodoxas del neoliberalismo: devaluación, alta inflación, tarifazo en los servicios públicos, incremento en las tasas de interés bancaria para frenar el dólar, enfriando la economía. Pérdida salarial con aumentos de sueldo por debajo de la inflación que desalientan el consumo. Un retorno al FMI para pedir créditos que frenen la caída de reservas federales. Búsqueda de acuerdos con el Club de París, Repsol, los fondos buitres. La concesión del petróleo en manos de Chevrón (Rockeffeller). Fractura en mil pedazos del movimiento obrero, única herramienta de la que nunca se debe dejar de lado como aliado para avanzar contra el poder económico concentrado. Una política agropecuaria de más de una década de sojización, en manos de Monsanto, que está desertificando la Pampa Húmeda y empobreciendo a pequeños productores regionales. Podría enumerar más, pero creo que con esto es suficiente. Recuerdo a Enrique Martínez, quien fuera Presidente del INTI, hablando sobre el monopolio de la leche en manos de SanCor y La Serenísima, con un plan para desmonopolizar el mercado, a través del incentivo a Cooperativas lecheras regionales, que hicieran bajar el costo del producto. Pero sin embargo, se tuvo que ir 2011 y nada de esto se hizo, a contrario sensu, se fue profundizando la concentración monopólica alimentaria.

Y el relato Kirchnerista terminó en el pragmatismo del PJ, que de acuerdo a la coyuntura del momento va poniendo en práctica medidas políticas y económicas que le permitan superar ese espacio breve de tiempo en relación con el otro. Porque en definitiva es eso: el Partido Justicialista, un partido político que se va manteniendo en el poder de acuerdo a los aires que van soplando en la coyuntura mundial y argentina. Puede pasar del Estado de Bienestar del 45 al Neoliberalismo de los 90, en un abrir y cerrar de ojos. No obstante, ya va pensando y creando alguna figura política, tal vez, Scioli, Massa, De la Sota, Urtubei, Capitanich, Uribarri, todo da lo mismo para darle continuidad  al PJ en el poder y sus privilegios. Porque es el PJ, un partido del poder, de construcción del poder que construye y destruye todo, permitiendo a cualquier oportunista subirse al tren para darle continuidad a todos los que desde hace décadas viven a costilla del Estado (políticos, empresarios, sindicalistas, clientelistas), todos aquellos que fueron funcionales al Menemismo, al Duhaldismo, al Kirchnerismo y mañana a quién detente el poder,  garantizando impunidad a los que dejan el poder.

Es verdad que desde la oposición tampoco hay nada que merezca la pena. Pero a la derecha están todos. A la izquierda, en Argentina desde hace largo tiempo, con opción a gobernar, no hay nada, ni siquiera en el mundo. Podré tener alguna simpatía por algún gobierno u otro, pero todos son parte de un sistema que desde hace dos siglos y a partir de 1989, con la caída del muro de Berlín, se profundizó, y ese es el capitalismo, que sigue depredando el planeta en todos los rincones del mundo, explotando a la población y haciendo negocios que les permite quedarse con las concesiones de los recursos naturales o las empresas estatales de todas las naciones, sea cual sea la ideología existente en cada país.

Mientras no cambien las condiciones mundiales actuales y aparezca un nuevo orden político y económico, los gobiernos del mundo tendrán muy poco margen de acción para llevar adelante políticas que le den bienestar a su población. En Argentina, desde que tengo uso de razón, solo hay crisis cada diez años que los argentinos debemos soportar por más relato progre que nos quieran imponer.