Wittgenstein nació en 1889, en
Viena, Austria y falleció en Cambridge, Reino Unido en 1951, fue un personaje fascinante, perteneció a una familia judía, austriaca adinerada de renombre o
prestigio. Estudió ingeniería aeronáutica. En su vida en Londres comenzó a
estudiar filosofía de la matemática y de la lógica. Sus críticos lo ubican en
el campo del positivismo lógico de Russell, del cual recibirá una gran influencia, se desmarcará de su f ilosofía científica, y aportará desde su
¨principio de verificabilidad¨ una filosofía analítica que pretende demostrar que solamente tienen significado aquellos enunciados que son empíricamente
verificables. Es decir, en la misma línea que Karl Popper y su metodología de la ciencia, que expondrá el ¨ principio de falsación, como una de las bases
fundamentales de los postulados científicos.
Hasta finales del siglo XIX, todos los temas y problemas filosóficos giran alrededor de la relación entre lenguaje
y pensamiento. Los filósofos entendían que a través del lenguaje, el
pensamiento de las personas se ofrecía para sí mismo y para los demás a través
de palabras y oraciones.
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PENSAMIENTO
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Esta relación entre lenguaje y
pensamiento se manifiesta o aflora cuando hablamos de la realidad, de las
representaciones, de la verdad, de ética, del poder o cuando analiza la cultura
humana. Hay una estrecha relación entre pensar y hablar, porque es la raíz de
nuestras acciones, gustos, creencias, deseos y, en definitiva, de nuestra
relación con el mundo y la realidad.
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REALIDAD
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Los filósofos pensaban que las
cosas motivaban las palabras, es decir que el origen y el sentido de las
palabras, estaba inscripto en las cosas del mundo, el lenguaje reflejaba el
pensamiento; pensar era una forma de imponer categorías intelectuales a los
datos de la experiencia y las palabras representaban la relación entre el
pensamiento y el mundo.
Pero a partir de la filosofía
contemporánea las cosas empiezan a verse de otra manera y se comienzan a darse algunos
señalamientos de tres órdenes diferentes:
1)
En
el orden lingüístico.
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Se comienza a dejar de lado la idea de que el
lenguaje cumple una función representativa. La relación entre las palabras y
las cosas es arbitraria.
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2)
En
el orden filosófico.
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Con la filosofía
analítica se comienza a decir que todos los problemas filosóficos son
problemas planteados por el uso del lenguaje y, que resueltos estos problemas
lingüísticos, desaparecerían gran parte de los problemas filosóficos.
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3) En el orden lógico.
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Se planteó el problema de la posibilidad y la
necesidad de formalizar el lenguaje. La lógica era una técnica que posibilita
pensamientos correctos.
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Con Frege, Russell y Wittgenstein la lógica comienza a verse
como una estructura misma del lenguaje.
El lenguaje sigue siendo un
problema central en los debates filosóficos de la época actual. Wittgenstein se
consideró como la síntesis y la máxima expresión de los debates sobre el
lenguaje. Sus trabajos marcan un punto de inflexión, un antes y un después en
la filosofía del lenguaje.
La filosofía de Wittgenstein
suele considerarse dividida en dos fases, la segunda de ellas caracterizada por
una crítica radical de las tesis defendidas en la primera; existen, con todo,
rasgos comunes a ambas, como el interés por analizar el lenguaje como método de
reflexión filosófica.
El primer Wittgenstein.
Plantea el problema lógico-formal del lenguaje y sus ideas se refleja en su primer obra el Tractatus Lógio-philosophicus.
Su preocupación principal era
establecer una relación lógica entre el lenguaje y el mundo. El mundo adquiere
sentido a través del lenguaje o el nexo entre nosotros y el mundo es el
lenguaje.
Los componentes del lenguaje que
hacen posible esta relación son:
LOS NOMBRES
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Son expresiones que designan una cosa. El
significado de un nombre consiste en el objeto que nombra y el significado de
una oración consiste en la situación que describe.
Los
objetos son como una especie de átomos
lógicos y constituyen la materia con la que están construidos todos los
hechos. Por ejemplo: la palabra árbol designa a la cosa árbol.
Pero los nombres solos no producen sentido. Por
ejemplo decir: árbol, árbol, árbol, no nos dice nada.
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LAS
PROPOSICIONES
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La relación lógica existente entre el lenguaje y
el mundo se establece a través de proposiciones.
Una proposición
es un enunciado acerca del mundo. Todas las proposiciones tienen un
significado y pueden ser verdaderas o falsas.
Hay dos tipos de proposiciones:
1)
Las
proposiciones elementales o atómicas: son aquellas que no se descomponen
en otras proposiciones.
2) Las proposiciones complejas o
moleculares:
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IMAGEN
PICTÓRICA
DEL
SIGNIFICADO
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Las proposiciones elementales tienen sentido
porque son imágenes de estados de cosas. Una proposición comparte con la
situación que describe una misma estructura
o forma pictórica o lógica.
Las imágenes pictóricas del mundo son imágenes
isomórficas, es decir, representaciones en la que están coordinadas o
coinciden cosas, propiedades y relaciones de un sistema (mundo), con cosas,
relaciones de otro sistema (lenguaje). La coordinación es lo que hace que un
hecho sea imagen de otro. Si una imagen es isomórfica es verdadera, de lo
contrario es falsa. El significado de la proposición será entonces el
resultado de la coordinación de la proposición.
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LOS NEXOS LÓGICOS.
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Son también llamados conectivas extensionales,
son palabras lógicas que tienen la propiedad de que, a partir de
proposiciones elementales cuyo valor de verdad está determinado, crean una
proposición compleja cuyo valor de verdad queda, a su vez, determinado por el
valor de verdad de las proposiciones atómicas que la componen. Algunos de
estos nexos lógicos son: y, o, si…
entonces…, no, ni… ni.
Dos o más proposiciones elementales o atómicas
unidas por nexos lógicos configuran una proposición compleja o molecular. Por
ejemplo: “el árbol están caído y
la vereda está rota” la unión de dos proposiciones
atómicas unidas por un nexo lógico componen una proposición molecular.
La verdad o la falsedad de las proposiciones
complejas o moleculares dependen de las proposiciones elementales o atómicas
que la componen y el tipo de nexo que se establece entre ellas.
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Estos componentes del lenguaje
nos permiten hacer referencia del mundo. Pero ¿de qué está compuesto el mundo?
El mundo está compuesto por:
1)
Los
hechos.
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Wittgenstein dice: “El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas”.
Cuando los hechos existen las proposiciones
elementales o atómicas son verdaderas y lo referido a ellas son estados de
cosas del mundo.
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2)
Los
estados de cosas.
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Las proposiciones refieren a estados de cosas que
están compuestos por hechos, que a su vez compuesto por objetos. Por ejemplo:
“el árbol está caído”, es una proposición verdadera si hay un hecho en el
mundo real que es justamente que el árbol esté caído.
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En resumen, para Wittgenstein el
lenguaje es la totalidad de las proposiciones, sean estas verdaderas o falsas o
el lenguaje es la totalidad de las figuras de todas las situaciones, existentes
o inexistentes. Cada figura representa su sentido y una proposición es una
figura de situación, por compartir una misma forma lógica o pictórica.
El segundo Wittgenstein.
El segundo momento del
pensamiento filosófico de Wittgenstein está expuesto en su libro “Investigaciones Filosóficas”. En esta
obra se advierte un cambio en sus ideas con respecto al Tractatus
Lógigo-Philosóphicus. En este segundo
período la idea principal está representada en la siguiente tesis: La relación del mundo-lenguaje no es de
carácter necesario, es decir, no es de carácter lógico-formal. Como esta
relación no es necesaria puede adoptar diversas formas.
Esta forma de entender el problema
modifica sustancialmente el concepto de significado. El significado de una
expresión no reside en lo que representa lógicamente, sino en los usos del lenguaje en el contexto de las
diversas actividades humanas. De lo que se trata ahora es de saber cómo
funciona el lenguaje en vez de intentar responder a la pregunta de por qué una
proposición tiene sentido. En esta nueva mirada sobre el lenguaje, adquiere
especial significación y presencia el
lenguaje cotidiano. Por otra parte,
realizar un breve recorrido por los principales puntos de esta elaboración, nos
sitúa en la puerta de uno de los temas más complejos de la filosofía del
lenguaje contemporánea: la teoría pragmática del significado. En otras
palabras, es difícil comprender la discusión actual acerca del lenguaje, si no
se tiene en cuenta los problemas planteados por Wittgenstein.
Como la relación entre lenguaje y
el mundo no es necesaria, entonces son posibles diversas formas de lenguaje que
pueden expresar de muchas formas esa relación. Cada una de esas maneras es un juego lingüístico. Los lenguajes son
múltiples y esta multiplicidad varía; es decir, algunos juegos lingúisticos
aparecen mientras otros van cayendo en desuso y son olvidados.
El lenguaje deja de ser la
representación lógica y pasa a ser una actividad. Dar órdenes,
describir la apariencia de un objeto, narrar un suceso, formular una hipótesis,
presentar los resultados de una experiencia en tablas y diagramas, recitar,
hacer chistes, preguntar, agradecer, maldecir, rogar, etc., son algunos de los
múltiples juegos del lenguaje.
¿Cuál es el alcance de esta
modificación del punto de vista anterior?
En primer lugar, se modifica la
idea que se tiene del significado: en los juegos lingüísticos, el significado
de una palabra, de una oración es el uso que se hace de ellas en cada juego del
lenguaje, y el uso es la costumbre de las técnicas de ese juego.
En segundo lugar, Wittgenstein
deja de lado la idea de un lenguaje es tanto mejor cuánto más se aproxima al
ideal de un lenguaje exacto. En la idea del lenguaje exacto propio del primer
Wittgenstein había tres exigencias:
1) Las
palabras debían ser definidas (las definiciones eran ostensivas: para definir
“árbol” había que señalar, indicar, el objeto árbol),
2) Las
palabras debían seguir reglas lógicas;
3) Las
reglas tenían que ser establecidas para siempre (las reglas eran
lógico-formales).
Wittgenstein piensa ahora que
estas exigencias son ilegítimas dentro del lenguaje cotidiano. La primera
exigencia queda impugnada con la teoría de los juegos del lenguaje: las
palabras se definen por su uso en un contexto determinado. La exigencia de la
exactitud es un despropósito: dentro de los juegos del lenguaje no hay límites
de exactos para establecer un significado. Por lo tanto, y en relación a la
tercera exigencia, Wittgenstein asegura que no hay reglas que definan de una
vez y para siempre el significado de una expresión: los significados son abiertos, dinámicos y variables, según el contexto
y el uso que se hace de ellos.
En tercer lugar, las expresiones
proferidas ya no buscan ser sólo la descripción del objeto o hecho del mundo
nombrado, sino que la expresión significa ahora sólo aquello que debe ser
entendido. Entender correctamente una expresión dentro del juego lingüístico
utilizado en esa oportunidad, es entender el significado de la expresión. Por
ejemplo: un adolescente de una escuela secundaria concurre el domingo a la
cancha de fútbol y una persona que está a su ledo le dice: ¿me aguantás un
faso?. El joven saca un cigarrillo y se lo da. En este caso se utilizó un
juego del lenguaje propio del ambiente de una cancha de fútbol y la
comunicación fue eficaz. El lunes va a su escuela y le dice a su profesora de
lengua: ¿”me aguantás el libro”? La profesora ante el pedido de su alumno se
enoja y considera que el pedido fue una falta de respeto. En este caso hubo un
uso inadecuado del lenguaje porque la preferencia, el juego del lenguaje
utilizado, varió de contexto y resultó inapropiado y, por lo tanto, la
comunicación fue ineficaz.
Entonces: ¿qué es lo que
determina que una expresión ha sido utilizada correctamente? Lo que determina el comportamiento que muestra una comprensión
correcta lo decide la reacción de la comunidad lingüística que establece un
determinado comportamiento como comprensión correcta. Queda claro que las
determinaciones de corrección o incorrección de las comunidades lingüísticas no
son fijas, ni universales, sino que se van modificando con el tiempo y según
los lugares, las influencias que recibe esa comunidad.
En cuarto lugar, Wittgenstein
señala que: “no puede haber una regla del lenguaje para uno solo y para una
sola vez”. Esto es lo que se conoce como la imposibilidad de los lenguajes privados.
Las sensaciones de una persona
pueden ser privadas pero las palabras de las sensaciones son públicas y están
sometidas al control del criterio público acerca de ellas. Por ejemplo cuando
digo “tengo un dolor”. Una expresión tiene significado sólo cuando públicamente
hay casos en que puede ser usada correctamente o incorrectamente. Solo hay utilización
correcta o incorrecto cuando hay compromiso para la utilización de los juegos
del lenguaje. Los controles del uso del lenguaje los hace la comunidad
lingüística, en un lugar y tiempo dado. Los juegos del lenguaje y sus usos son
públicos y las reglas de esos juegos son las que juegan todos.
Los alcances filosóficos del
cambio en el pensamiento de Wittgenstein son:
1.
La tarea filosófica tiene una finalidad
terapéutica. La preocupación de este primer momento filosófico de Wittgenstein
deja de ser la realización de un lenguaje completo y perfecto. Wittgenstein ve
a la filosofía como una enfermedad cuyo mal mayor consiste en plantear falsos
problemas, y busca utilizar el análisis del lenguaje como terapia. En muchos
casos lo que el filósofo necesita no son respuestas a sus preguntas, sino
comprender que las preguntas que carecen de sentido. Cuando el filósofo queda
enredado en esas pseudo-preguntas, se enferma y las cuestiones filosóficas
pasan a ser sus enfermedades. Entonces, la única terapia posible es un
filosofar que saque al filósofo de esos
nudos inconducentes y sin sentido.
2. La multiplicidad de juegos del lenguaje
desemboca en un relativismo lingüístico. Otra consecuencia filosófica
importante de esa segunda etapa del pensamiento de Wittgenstein, es el
relativismo lingüístico que se pone de manifiesto en la defensa de la
multiplicidad de juegos del lenguaje. De la perspectiva del lenguaje como representación lógica del mundo se pasa a la
visión del lenguaje ordinario como instrumento.
Wittgenstein afirma que todo lenguaje está en orden tal
como está. Por lo tanto, es imposible que un lenguaje lógico o científico
pretenda constituirse en el lenguaje que comprende a todos los otros y mucho
menos mostrarse como el lenguaje capaz de ofrecer criterios de rectificación y
de interpretación de un mundo que lingüísticamente se le muestre lejano o
inabordable (el mundo de la vida cotidiana, el mundo del lenguaje ordinario).