Instituto Superior de Formación docente y Técnica N° 126.
Metafísica.
El suicidio.
5 de diciembre de
2017
Dedicatoria.
“Esta
monografía está destinada a la memoria de todos aquellos seres humanos, que
tomaron la decisión más difícil de la vida, el final de su existencia. Seguramente
habrá muchas interpretaciones al respecto, algunos ocuparan el lugar de jueces
y condenarán dicha acción, otros absolverán esa trágica decisión. Tal vez,
ponerse en la piel del suicida es la mejor manera de comprender la difícil
decisión de terminar con la propia vida”.
INTRODUCCIÓN.
Este hecho provocó una profunda
angustia, muchos interrogantes fueron aflorando y entender aquella trágica
decisión llevo mucho tiempo de comprensión, reflexión, de análisis de por qué una
persona, tan cercana quisiera quitarse la vida. La primera reacción es un sentimiento
de ira, de mucha bronca abriendo un abanico de preguntas: ¿por qué había tomado
esa trágica decisión? ¿Cuáles fueron las causas que lo llevaron al suicidio?
¿Cómo podía haber cometido un acto de tanta cobardía? ¿Cómo no di cuenta que
eso iba a ocurrir? ¿Podría haberlo evitado?
Apenas tenía 30 años, una vida
por delante, un matrimonio recién constituido, un hijo de once meses, un
trabajo autónomo que le permitía tener tiempo libre para gozar de la vida, una
casaquinta de la que podía disfrutar, su situación económica resuelta, de
carácter fuerte, solidario, de buen humor, chistoso, alegre, irónico; y sin
embargo, no pudo evitar tomar una
decisión de tanta crueldad no solo para él, sino para todos sus familiares y
amigos que lo rodeaban.
La angustia interior y las
preguntas sin respuestas inducen a la comprensión, obtenidas a través de apelar
al recurso que sólo la filosofía brinda cuando el asombro y la angustia invaden.
La interminable lectura de libros es otro recurso terapéutico para poder apaciguar
la tristeza. El primero de ellos la lectura del libro el suicidio de Emile
Durkheim, y junto a otros libros que ayudan a abordar dicha problemática
permiten entender al suicidio como parte de la historia del hombre, desde
diferentes disciplinas científicas.
Pensar la muerte como el fin de
la existencia humana, es una preocupación y problemática que también aborda la
filosofía desde sus diferentes ramas, abriendo la posibilidad de profundizar
reflexivamente este tema que tanto escozor provoca en la sociedad humana.
Llevar a cabo un proyecto de
investigación amplio de un tema que tantas significaciones tuvo a lo largo de
la historia humana, suscitando sentimientos diversos y una serie de
interrogantes, en la que se supone no hay una lógica racional del hecho y
lamentablemente no contamos con los fundamentos de quién tomó esa trágica
decisión. Pero a partir de un suceso, las ciencias que parten de hipótesis y en
un trabajo interdisciplinario, puede deducir las diferentes causas o motivos que han inducido a una
persona a cometer un suicidio.
Después de dos décadas de aquél
trauma familiar, hoy se abre la posibilidad de retomar esta problemática
humana, tan difícil de abordar, pero que tantos interrogantes abre para seguir
investigando, interpelando sobre las
causas que lleva a un ser humano a tomar esa trágica decisión. Por este motivo,
el que sufre una pérdida de este tipo, se enfrenta a una angustia radical del sinsentido o se
pone a trabajar para remendar palabra tras palabra el desgarro que el acto
suicida provocó. La experiencia analítica y la escritura son, sin duda, un gran
remedio.
DESARROLLO.
Martín Heidegger nos dice en su libro Ser y tiempo, que al ser arrojado el hombre al mundo existencial, debe de ser obra de su propia construcción. El mundo se presenta como una red de posibilidades y entre ellas está la posibilidad de su propia muerte, situación que provoca profunda angustia. Algunos transcurren su vida esperando su destino final. Otros deciden interrumpir arbitrariamente su vida por voluntad propia, a ellos se los llama suicidas.
La Organización Mundial de la
Salud define al suicidio como "todo
acto por el que un individuo se causa a sí mismo una lesión, o un daño, con un
grado variable de la intención de morir, cualquiera sea el grado de la
intención letal o de conocimiento del verdadero móvil".[1]
En el mundo, el suicidio es una
las tres primeras causas mundiales de muerte en personas y según la
Organización Mundial de la salud, está en constante crecimiento. Hoy se
producen un millón de suicidios por año en el mundo, pero se calcula que en la
próxima década, crecerá un 50% para alcanzar un millón y medio de muertes
anuales y el grupo de riesgo más elevado son los jóvenes.
En nuestro país, también es un
problema, la tasa de suicidio se calcula que de cada cien mil habitantes, entre
un 7,2 a 8 %, de las personas mueren por causa de suicidio, superando
ampliamente la tasa de muertes por homicidios. Estos datos estadísticos lo
ubican en tercer lugar en los países de la región.
Nuestra ciudad seguramente no
escapa tampoco a esta calamidad. Durante el mes de junio sucedieron dos causas
de suicidio que fueron informados en los medios de comunicación local. Esto
motiva la posibilidad de llevar a cabo una profunda investigación para poder
obtener datos precisos sobre el tema.
PERSPECTIVA HISTÓRICO-FILOSÓFICA.
A lo largo de la historia de la humanidad, el suicidio siempre fue una problemática del cuál los filósofos se preocuparon. En la antigua Grecia, Platón en sus diálogos escritos en aquella época como el Fedón[2] y Las Leyes[3], hace mención a la muerte de Sócrates bebiendo cicuta, el tribunal le había dado la opción de exiliarse, pero él, sin embargo, opto por su propia muerte. Esta actitud de Sócrates fue interpretada de diferentes formas, algunos piensan que fue una conducta suicida y otros una cuestión ética para acatar las leyes griegas.
Para el estoicismo representado
por Séneca y en la modernidad renacentista de Montaigne, ambos no dudaron en
pensar la muerte de Sócrates como un suicidio.
Aristóteles[4], discípulo de Platón,
adopta una postura contraria al suicidio y lo considera como un atentado en
contra de la propia vida, una deshonra personal y un acto de cobardía que iba
en contra de la polis griega.
Séneca[5] ve en el suicidio una
práctica de libertad que posee el ser humano para abandonar una vida que
considera indigna e impropia de la razón. El honor y la libertad son dos principios
fundamentales de esta filosofía antigua que sustenta al suicidio como un acto
valiente y moral.
Para Séneca el suicidio no es ir
contra Dios, porque es precisamente Dios quien destina a las personas a la
muerte. Es un acto totalmente racional y voluntario, una posibilidad que Dios
nos pone al alcance de la mano para salir de la vida cuando lo creamos
necesario. Al fin, es la manera de asegurar nuestra propia libertad frente a la
vida.
Durante el período medieval, el
cristianismo fue el protagonista principal de esta larga etapa de la historia y
tuvo una concepción teológica, social y cultural que consideró el suicidio
tabú, marcando una clara ruptura con los filósofos de la Grecia antigua,
apareciendo la prohibición absoluta del suicidio junto al castigo social y
religioso.
San Agustín piensa lo contrario a
Séneca y se inspira en las Sagradas Escrituras para el “no matarás”, también
hace referencia al suicidio[6]. Santo Tomás de Aquino[7], respaldado en el
pensamiento de San Agustín, da sus fundamentos teológicos para desaprobar el
suicidio. En su Libro “La Suma Teológica”, agrega el argumento de Aristóteles y
de San Agustín, por lo cual habría tres motivos que rechaza al suicidio, ellos
son: en primer lugar, porque es contrario a la ley natural y la caridad; en
segundo lugar, porque es contrario a la
ciudad o polis; y finalmente porque Dios es el único que tiene derecho a dar
vida y a quitarla.
Con el Renacimiento surge de la
modernidad y el humanismo emergente demuestra interés en las antiguas costumbres
y los argumentos estoicos en defensa del suicidio.
Las propuestas filosóficas surgen
a partir del pensamiento de Montaigne donde escribe que era hora de morir
cuando vivir acarrea mayor mal que bien y consideraba que es ir contra las
propias leyes de la naturaleza el conservar la vida para tormento e
insatisfacción propia, manteniendo la antigua regla de “una vida tranquila, o una muerte feliz”. Es bueno morir cuando la vida es molesta. Vale más no vivir que vivir
desgraciado”[8].
Durante los siglos iluminados por
la razón humana (XVII a XIX), surgen importantes planteamientos filosóficos
sobre el suicidio con grandes defensores y detractores del mismo, a la vez que
los castigos legales se atenuaron, sin embargo estaba prohibido enterrar a los
suicidas en el cementerio; y por otra parte, se otorgaba cierta solemnidad a
los suicidios por honor, sobre todo los de militares y los de duelos.
David Hume, filósofo moderno
representante del empirismo escéptico, en similitud al pensamiento de
Montaigne, adopta una postura abiertamente a favor del suicidio y lo fundamenta
desde la teología, la sociología y la ética en contra del pensamiento
medievalista de San Agustín y Santo Tomás porque para él, el suicidio no es un
pecado ni una ofensa contra Dios y le da un carácter moral dado que todos
podemos elegir vivir o morir.
En el libro “Metafísica de las
Costumbres”, Kant expresa que hay deberes para consigo mismo, el hombre debe de
tratarse como un fin y no como un medio. En varios libros Kant hace referencia
al suicidio desde el punto de vista ético. Hace una fuerte crítica al
estoicismo porque quien comete un suicidio olvida la dignidad humana, se debe
de respetar la humanidad honrando la propia vida siendo un deber ético cumplir
con el deber ser, las normas, la moral.
El primer pensador contemporáneo
que desarrolló el problema del suicidio, fue Schopenhauer, quien reflexiona
sobre la muerte, el dolor y el sufrimiento y rechaza categóricamente desde lo
moral la voluntad de vivir como negación a la propia vida. Para este autor
quien comete un suicidio está manifestando su intención de vivir, afirma la
vida enérgicamente porque quien se quita la vida busca liberarse de sus males y
dolores[9]. Su pensamiento se afirma
en las posturas de Séneca y Hume.
El filósofo Philip Batz, quién
adopta el seudónimo de Mainlander y que precisamente se suicida a los 34 años,
era un fiel seguidor de Schopenahuer, decía que la moral cristiana no es más
que un mandamiento de suicidio lento manifestado en Jesús. Este tipo de suicidio
denominado sensu allegorico lo relaciona con el origen del universo. Dios de un
modo suicida y arbitrario decide la catástrofe absoluta. Actualmente esta idea
se vincula con la teoría del Big Bang, la gran explosión que es una energía
creadora, pero a su vez es caos y destrucción.
El más polémico y genial filósofo
loco llamado Nietzsche, por su experiencia del dolor, su carácter especial y su
vitalismo filosófico no pudo escapar de reflexionar sobre el suicidio. Acérrimo
crítico de la moral cristiana, pone su mirada en el mundo griego y piensa al
dolor como resultado de un destino trágico que tiene que ser aceptado por el
hombre y justifica para algunos casos, atentar contra la propia vida como un
acto puro de libertad. Esta interpretación dio motivos suficientes para pensar
que Nietzsche tenía una ideología nazi. Sobran argumentos en Nietzsche que
justifican la eutanasia voluntaria y el suicidio. “mucho mejor es la decisión de optar por la muerte rápida y libre a
través del suicidio”.[10]
Albert Camus en su libro “El mito
de Sísifo”, aporta su visión y
desarrolla el concepto de absurdo y el suicidio como categoría filosófica. Define al absurdo como el silencio con el que
el mundo responde cuando se le pregunta por su sentido y postula el suicidio
como una posible solución a lo absurdo, pues cuando algo pierde el sentido la
reacción más humana es casi siempre abandonarlo cuando la razón busca
respuestas coherentes y racionales, pero el mundo carece de ellas. Encontrar
una razón para vivir es equivalente a encontrar una razón para morir. Cuando la
vida nos ha superado y no la podemos explicar concluimos que no vale la pena
vivirla.
En esta obra de Camus ve en
Sísifo al héroe absurdo que vive su vida al máximo, odia la muerte, y es condenado
a una tarea inútil. Está presentada la incesante e inútil tarea de Sísifo como
una metáfora de la vida moderna, con el trabajo intrascendente en las fábricas
y oficinas. “El obrero actual trabaja
durante todos los días de su vida en las mismas tareas y ese destino no es
menos absurdo. Pero no es trágico sino en los raros momentos en que se hace
consciente.”[11]
La historia de la filosofía nos
señala un espectro amplio de posibilidades incluyendo a aquellos que condenan y
a otros que elogian el suicidio. Hay una diversidad de interpretaciones sobre
la cuestión, pero el gran salto cualitativo se produce en el momento en el que
el suicidio es tomado por la ciencia y convertido en una patología, entonces
dejo de ser considerado como un pecado mortal o un crimen para ser interpretado
como un índice de la locura.
CONCEPTO Y NOCIÓN DE SUICIDIO.
Según la Real Academia Española, el suicidio, proviene del latín sui (de sí mismo) y caedere (matar). Es la “acción y efecto de suicidarse” o “la acción o conducta que perjudica o puede perjudicar muy gravemente a quien la realiza”.
Otra definición semejante
establece que el suicidio proviene del latín: sui (si mismo) cidium (matar),
“atentado contra la propia vida”, “matar-se”. Los griegos lo expresaban como
autokeiria de autos: sí mismo, y keiros: mano, lo que significaría: muerte
elegida por uno mismo, o sea ejecutada por mano propia. El término latino
enfatiza la idea de matar y el griego la del acto con intención o deliberado de
quitarse la vida.
El suicidio es un fenómeno
mundial que como vimos con anterioridad, se ha producido en todas las culturas
a lo largo de la historia. En ciertas épocas y culturas incluso ha sido vista
como tradición, de hecho, en Japón se preveía la posibilidad de acabar con la
propia vida voluntariamente con el fin de conservar el honor.
Este flagelo es un problema de
salud pública que preocupa a nivel mundial. Las causas que dan lugar al
suicidio son múltiples y abarcan todos los ámbitos imaginables, desde los
sociales, hasta los psicológicos y psiquiátricos, ambientales e incluso
culturales. Tiene multiplicidad de causas. Comienza por una etapa de ideación,
entendida como pensamientos autodestructivos de acabar con la propia vida.
Existen diversos grados dependiendo de su planificación siendo algunos
realizados con un orden metódico y otros llevados a cabo de manera desordenada.
El suicidio es un grave problema
de salud pública que constituye una de las causas de muerte no natural más
frecuentes en el mundo. Se estima que en los últimos 45 años la prevalencia del
suicidio se ha incrementado en un 60 %, convirtiéndose en la décima causa de
muerte en el mundo y una de las tres principales causas de fallecimiento en
personas entre 15 y 44 años de edad.
UNA MIRADA DESDE EL PSICOANÁLISIS Y LA PSIQUIATRÍA.
La lectura psicoanalítica que Freud dio al suicidio, la hace en dos momentos teóricos de su obra. El primero se encuentra en luto y Melancolía; el segundo deriva de la consideración de las pulsiones Eros y Tánatos, contraponiendo el instinto de muerte al de vida.
Para Freud en el suicidio hay un
síndrome depresivo que motiva esa tendencia. En el neurótico hay una tendencia
homicida que lo induce a cometer su propio suicidio. En la melancolía el yo
puede dirigirse contra sí mismo y convertirse en objeto de hostilidad. Demasiado
complejo y largo sería entrar en el detalle de la dinámica psíquica que Freud
pone en la base del desarrollo del yo. Lo que interesa subrayar es el hecho de
que a través de un proceso de Identificación, puesto en acción por el suicida,
en el enfrentamiento con una persona hacia la cual existe una ambivalencia de
amor y odio a la vez, los sentimientos de hostilidad se resuelven hacia el
propio sujeto. El impulso agresivo, en lugar de dirigirse hacia el objeto
externo, se dirige hacia su Yo, que ocupa el puesto del objeto que falta.
Actualmente, hay otros factores
psicológicos que propenden al Suicidio, tal vez no tan acentuados como la
depresión, pero están relacionadas a patologías como lo son la esquizofrenia,
la paranoia, trastornos bipolares, psicopatías específicas; y otras con
trastornos afectivos a causa de presiones o situaciones estresantes como
presiones familiares, académicas, abuso de sustancias tóxicas, enfermedades
terminales, sentimiento de culpa, vergüenza, alcoholismo y la desesperanza, la
pérdida del sentido de la vida es un factor más poderoso, cuando el futuro se
ve desolado y el pesimismo domina el estado de ánimo de una persona, es más
probable que se intente el suicidio.
Los cuadros depresivos se dividen
en leves, moderados y severos, la severa desde el psicoanálisis se trata como
una melancolía o depresión que es una patología que afecta la voluntad (sin
ganas de hacer nada, no disfrutar de las cosas, irritabilidad, intolerancia, sentimiento
de culpa), conductas que pueden llevar al suicidio.
Del testimonio otorgado por la Psiquiatra
Soledad Danura, surge otra categoría de suicidio denominada trastorno de
impulsividad, cuyas personas tienen rasgos narcisistas. Mencionó el caso de
aquellas personas exitosas que tienen de todo, pendiente del que dirán, de
superarse, y de pronto pasa por una situación económica difícil de
endeudamiento. No lo puede soportar y viene la impulsividad, que se caracteriza
porque no hay pensamientos en el medio, no puede controlar los impulsos, no
puede realizar un análisis racional correcto y termina con el suicidio producto
de esos impulsos inconscientes.
Otro de los conceptos a los que
hace referencia la Psiquiatra es que en el suicidio, el juicio no está
conservado cuando hay patologías psiquiátricas como lo son la esquizofrenia,
bipolaridad, psicopatías o neurosis, pero tampoco lo hay en la impulsividad, no
hay juicio, porque todo ocurre en segundos y no hay posibilidad de análisis
racional de los hechos, se torna impredecible. Un paciente puede estar en
tratamiento y de repente se suicida como consecuencia de un acto impulsivo. No
se pudo predecir, ni prevenir, porque el paciente no daba ninguna señal. Hay
otras personas que tienen una idea fija, crónica de la muerte, desea morirse
porque perdió el sentido de su vida y termina con ella.
Para la psiquiatra consultada
detrás de todo suicidio hay una patología que puede ser bien definida como las
enumeradas con anterioridad o de rasgos de personalidad.
El creador de la logoterapia o
terapia del sentido, fue Viktor Frankl, se basa en el convencimiento de que la
mayor parte de las neurosis tienen sus raíces en la pérdida del sentido de la
vida. El hombre se diferencia de los
demás animales porque se interroga por el significado de su existencia; en
cambio los animales se guían por sus instintos. Sólo el hombre puede llegar a
dudar de que su vida tenga sentido y cuando la vida ya no tiene sentido puede
llevar al hombre a privarse de ella.
Alexander Lowen, psicoterapeuta,
representante de la terapia bioenergética, en su libro: “La depresión y el cuerpo”,
habla de la depresión como algo normal siempre que no interfiera en las tareas
diarias, pero la depresión no es saludable para las personas. Las personas
deprimidas viven en función del pasado y olvidan el presente. Esa situación
irreal induce a las personas a perder contacto con su propio cuerpo. Hay una
carencia de autopercepción, no se ve a sí misma como es, porque su mente está
centrada en una imagen irreal.
Lowen arriba a la conclusión que
la causa de la depresión es porque las personas viven ilusionadas en tener
dinero, fama, poder. Esta vida ficticia les hace perder el contacto con la
realidad y junto con la pérdida de la fe se sienten desencantadas del mundo en
el que viven y muchas veces son el desencadenante de conductas suicidas.
La fe es una fuerza que sostiene
la vida, tanto en el individuo como en la sociedad, y la que la mantiene en
movimiento hacia arriba y hacia adelante. Es la fuerza que une al hombre con el
futuro. Cuando se tiene fe se puede albergar confianza en el futuro, aún en
períodos en los que los sueños o las esperanzas no parecen que vayan a
cumplirse.
UN ENFOQUE SOCIOLÓGICO.
Uno de los investigadores más contundente en el estudio del suicidio desde un enfoque sociológico es justamente Emile Durkheim, quién hace un análisis exhaustivo, planteando la importancia de las condiciones sociales y culturales en la determinación del suicidio y sostiene, la necesidad de promover la integración del individuo a la sociedad evitando el aislamiento y la anomia o desorganización social.
Para este sociólogo, el suicidio es
un estado de “enfermedad” o “patología” de la sociedad. Y clasifica tres formas
de expresión del suicidio que están en relación con un estado de aislamiento,
que
suponen la desorganización del yo, y que en este espacio sólo enunciaremos y describiremos
sintéticamente:
1.- suicidio altruista: es lo
contrario al suicidio egoísta, lo social es muy fuerte y desdibuja la
individualidad. Se produce cuando el sujeto asume la necesidad de su muerte
como acto heroico por el bien de la sociedad o del grupo del que forma parte,
generalmente con una marca fuerte de lo religioso en el amplio sentido de la palabra.
Un ejemplo en la actualidad,
sería el caso de los suicidios terroristas de ISIS, que cometen atentados inmolándose
con el fin de provocar terror en las ciudades occidentales europeas.
Otro de los ejemplos que podemos
mencionar es el de los pilotos “kamikaze” japoneses, que pertenecían a la
Armada Imperial Japonesa, arrojándose con sus aviones contra la flota Aliada en
la Segunda Guerra Mundial.
2.- El suicidio egoísta: se enmarca
en el terreno de una decisión individual, que no considera a los otros, y que
presenta cuando hay disgregación o pérdida de cohesión de una sociedad y fallas
en su función de sostén social. Las personas tienden a quitarse la vida
cuando están ensimismados, no se integran a grupos sociales. Cuando la sociedad
lo hace sentir abandonado y a su suerte el individuo pierde el sentido de la
responsabilidad con la sociedad y solo es responsable consigo mismo.
3.- El anómico: es el
quebrantamiento de todos los vínculos sociales tradicionales y es la causa
principal del suicidio que se incrementó a partir de la sociedad industrial[12]. Se produce
en una sociedad con un sistema normativo debilitado y con derrumbe de los
valores sociales. Según Durkheim, se podría enlazar en lo individual con la
ausencia de Ley y la desprotección total para los sujetos que se encontrarían
entonces en total desamparo.
Durkheim plantea que cada sociedad
tiene una aptitud para el suicidio y que es esta misma la que influye en mayor
o menor grado en los individuos. Los actos individuales serían una prolongación
del estado social. En todas las sociedades hay un número invariable de muertes
voluntarias que se manifiesta en los tipos de “suicidio explicados” y que no
varía hasta que cambia el estado de la sociedad. Admite que podría entenderse
que ha de haber una predisposición individual pero explica que ésta es a su vez
fruto del medio social en el que viven, que se asimila dentro de las
conciencias individuales. Y sostiene que el incremento de suicidios es fruto de
la miseria moral que reina en la sociedad.
SUS CAUSAS BIOLÓGICAS Y GENÉTICAS.
La genética, como disciplina científica, trata de determinar si lo que se transmite es una herencia específica del suicidio o es la enfermedad mental. Varios estudios han señalado la asociación entre suicidio y depresión. Las explicaciones iniciales de las teorías genéticas intentan dar una interpretación en aquellos casos donde existían familias con alta incidencia de suicidios. Los estudios demuestran un alto riesgo de suicidio en las familias de los pacientes depresivos y maniacos que habían cometido suicidio, que en los familiares de aquellos que no lo habían cometido. Esto se pudo demostrar en estudios de gemelos, monocigóticos y heterocigóticos. Otros estudios establecen la probabilidad de que los individuos que tienen una vida estresante, tienen una predisposición genética a cometer suicido.
Los estudios revelan que aunque
el suicidio tiene un componente genético, ese tan solo es uno de muchos
factores que pueden aumentar el riesgo personal, y ni siquiera entre los que
corren más riesgo de suicidio es posible predecir quién va o no a materializar
sus ideas suicidas.
EL EFECTO CONTAGIO DEL SUICIDIO
Una de las consecuencias más temidas del suicidio es el peligro de su repetición. Así lo manifestaba en su frase célebre Emile Durkheim: “Ningún hecho es más prontamente transmisible por contagio que el suicidio”.[13] Está comprobado que los medios de comunicación a través de difusión de noticias sobre suicidio y el uso de internet, puede ser el desencadenante de nuevos suicidios por el efecto contagioso de la información. Si bien el suicidio es el resultado de múltiples causas de las cuáles estuvimos analizando con anterioridad, diferentes estudios epidemiológicos demuestran que la imitación puede ser el detonante de una conducta suicida.
Este fenómeno también es denominado “efecto Werther”,
porque en el año 1774 Goethe escribió una novela “Las cuitas del joven Werther” [14], que además del increíble
éxito que tuvo, pasó a ser famosa por la cantidad de suicidios que ocurrieron
en aquella época en sus lectores que imitaban el final de Werther. Para el
sociólogo David Phillip[15] la conducta mimética de
la exposición excesiva de la información relativa al suicidio de una persona,
sobre todo si es famosa o un personaje público y que desencadena la imitación
del mismo.
En la actualidad posmoderna, con
la aparición de las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación),
muy utilizadas en el sistema educativo argentino, ha surgido un nuevo fenómeno
llamado “cybersuicidio”[16], a raíz de la influencia
del uso de internet en los jóvenes, haciendo un uso incorrecto de estas
tecnologías por parte de algunos usuarios y que muchos optan por quitarse la
vida, motivado por la influencia, entre otras cosas, de páginas pro- suicidas,
chats y foros de Internet.
LA FAMILIA DEL SUICIDA.
El entorno familiar es el ámbito de socialización primaria y en donde toda persona construye su subjetividad, también puede ser un factor de riesgo en cuanto a las dificultades en las relaciones interfamiliares, garantizando la infelicidad e impidiendo el crecimiento emocional de una persona como consecuencia de una comunicación conflictiva; bajos niveles de cercanía afectiva; altos niveles de control parental; estructura familiar inestable; historia familiar con depresión; desórdenes psiquiátricos; abuso de sustancias tóxicas; conducta suicida; conflictos legales del padre; violencia familiar entre sus miembros, incluyendo el abuso físico y sexual; separación de los progenitores por muerte, separación o divorcio; frecuentes cambios de domicilio a diferentes áreas; rigidez familiar, con dificultades para intercambiar criterios con las generaciones más jóvenes; situación de hacinamiento, lo que en ocasiones se traduce por la convivencia de varias generaciones en un breve espacio, lo cual impide la intimidad y la soledad creativa de sus miembros; dificultades para demostrar afectos en forma de caricias, besos, abrazos y otras manifestaciones de ternura; autoritarismo o pérdida de la autoridad entre los progenitores; incapacidad para abordar los temas relacionados con la sexualidad del adolescente, la selección vocacional y las necesidades de independencia.
Todas estas causas enumeradas
pueden ser factor desencadenante del suicidio, cuando estos problemas no son
abordados por profesionales de la salud a tiempo.
APORTES DE LA VICTIMOLOGÍA Y LA CRIMINOLOGÍA.
Elías Neumann, quien fuere Profesor de Criminología y Victimología de la Facultad de Derecho, de la Universidad de Buenos Aires, escribió un libro denominado “Patrón, radiografía de un crimen”[17]. Relata la historia de un caso real, en donde él participo en un juicio penal como abogado defensor de un Santiagueño que viene a trabajar a Buenos Aires a una carnicería, donde su dueño le hace realizar tareas inhumanas, en las cuáles obligaba a su empleado a limpiar la carne podrida que compraba para ser vendida en la carnicería. El trato del empleador era someter a su empleado en un sistema de explotación laboral y de mucha violencia psicológica y verbal. Luego de un par de años de trabajo intenso y de ser subestimado, maltratado, humillado, explotado por su patrón lo termina matando. Durante el juicio, se pudo comprobar el homicidio emocional. y sufrió una condena atenuada por comprobarse el homicidio con emoción violenta establecido en el artículo 81 del CP que establece: … “1º Se impondrá reclusión de tres a seis años, o prisión de uno a tres años: a) Al que matare a otro, encontrándose en un estado de emoción violenta y que las circunstancias hicieren excusable”...
En el análisis criminológico,
Neumann explica desde un punto de vista psicoanalítico, que el carnicero buscó su
propia muerte o el suicidio de la mano su empleado. En realidad, se sentía tan
mala persona que en el maltrato a su empleado buscaba inconscientemente su
propia muerte. En su libro de victimología[18], lo clasificará como
suicidio pasivo, suicidio provocado o suicidio en la mano del otro. También
explica los casos de accidentes de tránsito, deportes de alto riesgo, etc., como
tipos de suicidios dentro de esta clasificación.
La película argentina estrenada
en 2014, “Patrón, Radiografía de un crimen”[19], basada en el texto de Elías
Neumann y dirigida por Sebastián Schindel, cuenta la historia de este caso
judicial.
DESDE UNA PERSPECTIVA JURÍDICA.
En nuestro país el suicidio no constituye delito. Toda causa penal en donde se sospecha que la muerte fue ocasionada a raíz de un suicidio se inicia como averiguación de causal de muerte, luego despejadas todas las sospechas y finalizada la recolección de pruebas (nota escrita por el suicida o testimonios de familiares o amigos), y pericias científicas que dan como causal de muerte al suicidio, se desestima la acción penal y se archiva la causa por no ser considerada una tipología establecida en el Código penal.[20] Si constituye un delito la instigación del suicidio, el artículo 83 del CP establece: "la prisión de uno a cuatro años, al que instigare a otro al suicidio o le ayudare a cometerlo, si el suicidio se hubiese tentado o consumado"; si se obliga a la víctima a suicidarse mediante violencia física o moral sobre personas cercanas, el delito se considera como homicidio”.[21]
Este artículo integra la parte especial
del código, o Libro Segundo y en ella se describen todos los delitos en sus
distintas modalidades y la graduación penal correspondiente. Consta de 12
títulos y una sección de disposiciones complementarias que tratan.
Los delitos contra las personas
ocupan los artículos 79 a 108. Y respecto a la instigación al suicidio, según
la jurisprudencia argentina, se trata de un delito doloso con dos variantes:
"la instigación, mediante amenazas, consejos, bromas, órdenes" y
"la ayuda, entendida como colaboración material".
En cualquiera de los dos casos,
para que exista delito, la ley dice que es necesario que se trate de "un
suicidio consumado o de una tentativa idónea". En cambio, si se obliga a
la víctima a suicidarse mediante violencia física o moral sobre personas
cercanas al suicida, el delito se considera como homicidio.
Durante el siglo XIX, el suicidio
era un delito y se aplicaba una pena para quien se quitaba la vida,
generalmente, el castigo recaía sobre los herederos del suicida, a quienes se
les privaba de la herencia de éste. A veces, la pena recaía sobre el propio
cadáver del suicida: se lo colgaba de una horca o de los pies, se lo dejaba sin
sepultura, se le amputaban miembros, etc.
En el Proyecto Tejedor[22] (primer intento de
codificación penal general redactado por encargo del Poder Ejecutivo Nacional
en 1864 por Carlos Tejedor) se castigaba al suicida, con la privación de los
derechos civiles y la nulidad de sus disposiciones testamentarias; la tentativa
de suicidio se penaba con reclusión de 1 a 3 años, bajo vigilancia en un
establecimiento de seguridad.
Sin embargo, estas disposiciones
se suprimieron cuando las provincias adoptaron provisoriamente el Proyecto
Tejedor y así desaparecieron definitivamente de nuestra legislación. A partir
de ese momento el suicidio y la tentativa de suicidio fueron hechos impunes.
La realidad nos dice que la
instigación al suicidio es un delito que resulta difícil de ser probado, por lo
tanto, en la historia jurisprudencial argentina solo existió un caso de un General
del Ejército Argentino. Al enterarse de que uno de sus hijos era homosexual lo
convocó a su oficina y le dijo a su hijo que era una deshonra para la familia,
por lo tanto, le comunicó que él sabía lo que hacer, le dejó un arma sobre el
escritorio y terminó su hijo quitándose la vida. Su padre reconoció este hecho
en el Tribunal y fue condenado.
En la actualidad, la muerte del fiscal Nisman es un hecho que
conmociona a la Argentina. Las causas de su muerte y las responsabilidades que
pudieran tener otras personas en el hecho, es algo que corresponde a la
justicia determinar si el fiscal fue obligado a quitarse la vida o si se
suicidó por motus propio.
Desde el ámbito del derecho
civil, también tiene un tratamiento jurídico específico con respecto si el suicidio
tiene cobertura por seguro de vida. Generalmente en la Argentina se rechaza el
pago del seguro por causa de suicidio, aunque algunas compañías aseguradoras
establecen la diferencia entre el suicidio voluntario e involuntario. Una
persona podría estar pasando por una situación penosa, con su voluntad
totalmente alienada y en medio de su delirio, podría suicidarse sin realmente
tener conciencia de lo que estaba haciendo. No hay duda de que en este caso
estamos ante un accidente y no un suicidio y por lo tanto, sería la única
excepción a la regla y el pago seguro se haría efectivo. Aunque en la práctica
es muy difícil que una empresa aseguradora efectivice el pago.
En el caso particular del
suicidio comentado en la introducción de esta monografía, puedo dar testimonio
fiel de que una Compañía Americana denominada “Citizens Inc”, efectuó el pago de
la póliza por el suicidio cometido. La misma estaba contemplada en una de las
cláusulas del contrato firmado por el suicida y la Aseguradora. En una de las
entrevistas realizada, en presencia del agente de seguro, explicó que para la
legislación Americana, el suicidio es una enfermedad y es obligatorio la
cobertura por suicidio. La consumación del pago despejó todas las dudas
existentes al respecto.
EL SUICIDIO EN NUESTRA CIUDAD.
La intención de este trabajo monográfico era realizar una exhaustiva investigación sobre el suicidio en nuestra Ciudad de Salto, pero como consecuencia de lo apremiante del tiempo para poder cumplir con la entrega de la presente monografía, quedará pendiente para más adelante. Pero podemos decir que nuestro pueblo no escapa a este flagelo. De acuerdo a la información surgida de la Ayudantía Fiscal local, hasta la fecha han acaecido ocho suicidios que no discriminan edad, ni sexo. La estadística superó a los años anteriores cuyo número llegaba a siete suicidios por año, superando a las muertes cometidas por homicidio. La relación comparativa es de cada tres suicidios se produce un homicidio. El último fue como resultado de un homicidio seguido de un suicidio a causa de que el hijo se suicida luego de haber matado a su padre. El hecho llamó la atención a las autoridades de la fiscalía por el alto grado de violencia y crueldad encontrado como evidencia en la escena del crimen.
Otra investigación que quedará
pendiente para el futuro es el denominado “Caso Arroyo Dulce”. Esta localidad
está ubicada en el partido de Salto y llama la atención la cantidad de
suicidios ocurridos dada la escasa densidad de población existente en el lugar.
Cabe mencionar que conforme a los
dichos de la psiquiatra consultada sobre su preocupación de no haber en el
hospital de nuestra Ciudad un Centro de Ayuda para personas con tendencias al
suicidio, donde el paciente pueda realizar actividad diarias, trabajar en
talleres terapéuticos dirigidos por terapistas ocupacionales. A nivel privado
hace poco tiempo se abrió un Centro de rehabilitación denominado “Pilares”, que
tiene la intención de empezar a trabajar en el tratamiento de estos casos.
Tampoco existe en nuestro hospital, sala de internación para pacientes
psiquiátricos, solo tienen atención aquellos pacientes que poseen obra social.
CONCLUSIÓN FINAL.
La muerte de un familiar o amigo es una de las situaciones más estresantes por las que puede pasar un ser humano. Pero cuando es causa de un suicidio, suele hacerse todavía más complicada, ocasiona un dolor intenso, prolongado y vivenciado de forma diferente, en cada persona que lo sufre. El sufrimiento atraviesa diferentes etapas; en la primera fase es frecuente sentir rabia, confusión, angustia o aturdimiento, creer que lo que está pasando no es real y se niegan sentimientos. También puede aparecer la distancia emocional para protegerse o incluso sentir alivio. En una segunda fase, se pasa por una inmensa soledad, tristeza y depresión. También son frecuentes algunas emociones como desesperación, agresividad, culpa y sentir que la vida ha perdido su significado. Aparecen síntomas que dificultan la alimentación y el descanso. En la tercera etapa se produce una aceptación gradual de la pérdida, se comienza a sentir anímicamente mejor, no se piensa tanto en lo ocurrido y los sentimientos son menos intensos. Poco a poco se van desarrollando nuevas tareas que antes no se hacían y se establecen nuevas relaciones.
En el análisis desde las diferentes
perspectivas teóricas que motivan al individuo para llegar a la
autoeliminación, se puede concluir que el suicidio es una realidad compleja y
no explicable desde un solo punto de vista, sino desde un planteamiento
multidisciplinario, en donde cada una de las ciencias aporta lo suyo. Claro que
cuando sucede un hecho no hay explicación sanadora, sino solo la elaboración de
un profundo duelo que permita superar esa intensa angustia por la que se
atraviesa ante la muerte de un ser querido.
Pensar la muerte es una larga y
tediosa explicitación de lo obvio. Todos al final sabemos el destino que nos
depara. Pero cuando una persona toma la difícil decisión de terminar con su
vida, solo queda la tarea de pensar, entender, comprender, reflexionar,
fundamentar racionalmente el hecho. Algunos pensarán que es una acción de
valentía, un acto de libertad. Otros un acto de cobardía, de no asumir la
responsabilidad de los desafíos que acarrea la vida, aunque nadie queda exento de
padecer una fuerte depresión, un trauma, un fracaso emocional, una enfermedad
mental o terminal en el que vida pierda sentido e induzca a una persona a
cometer una tentativa de acabar con su existencia. Desde el psicoanálisis
sabemos que el inconsciente es manejado por los instintos naturales más básicos
y que en determinadas situaciones no puede ser controlado por la razón humana.
Tánatos, el instinto de muerte está presente en todos nosotros. Somos conscientes
de nuestra finitud y muchos eligen su final, eso dependerá de cada individuo de
acuerdo a su conciencia, sus creencias, valores, cultura, sociedad en la que
viva. Por lo tanto, es muy difícil condenar una acción suicida, solo Dios y la
conciencia de quien lo hace sabrá si ese accionar fue ético o no.
BIBLIOGRAFÍA.
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Diarios
Nacionales.
Reportajes.
1. Dr.
Adolfo Zerbarini. Ayudante Fiscal. Ministerio Público Fiscal. Oficina Salto.
2. Dra.
Sol Danura. Médica Psiquiatra. A cargo del Dpto, Psiquiatría. Hospital
Municipal Salto.
[1]
https://www.argentina.gob.ar/salud/glosario/suicidio.
[2] El Fedón:” El dicho que sobre esto se declara en los
misterios, de que los humanos estamos en una especie de prisión y que no debe
uno liberarse a sí mismo ni escapar
de ésta, me parece un aserto solemne y difícil comprender. No obstante, me
parece que, a mí al menos, Cebes, que no dice sino bien esto: que los dioses
son los que cuidan de nosotros y que nosotros, los humanos, somos una posesión
de los dioses... Tal vez, entonces, desde ese punto de vista, no es absurdo que
uno no deba darse muerte a sí mismo, hasta que el dios no envíe una ocasión
forzosa, como ésta que ahora se nos presenta “.
https://books.google.com.ar/books?id=t3wrDwAAQBAJ&pg=PT9&lpg=PT9&dq=
[3] Las Leyes, 873 c y d. “El que mate al más próximo y del que se
dice que es el más querido de todos, ¿qué pena debe sufrir? Me refiero al que
se mate a sí mismo, impidiendo con violencia el cumplimiento de su destino, sin
que se lo ordene judicialmente la ciudad, ni forzado por una mala suerte que lo
hubiera tocado con un dolor excesivo e inevitable, ni porque lo aqueje una
vergüenza que ponga a su vida en un callejón sin salida y la haga imposible de
ser vivida, sino que se aplica eventualmente un castigo injusto a sí mismo por
pereza y por una cobardía propia de la falta de hombría...Pero las tumbas para
los muertos de esta manera deben ser, en primer lugar, particulares y no compartidas con otro. Además, deben enterrarlos sin fama en los confines
de los doce distritos en aquellos lugares que sean baldíos y sin nombre, sin
señalar sus tumbas con estelas o nombres”.
[4] Libro V 11 1138ª 12-15. “En efecto, una clase de acciones justas son
las que se conforman a cualquier virtud y están prescritas por la ley; por
ejemplo, la ley no autoriza a suicidarse, y lo que no autoriza, lo prohíbe. Por
otro lado, siempre que uno hace daño a otro contra ley, voluntariamente y sin
que el otro se lo haya hecho a él, obra injustamente; y lo hace voluntariamente
si sabe a quién y con qué; y el que, en un acceso de ira, se degüella
voluntariamente, lo hace contra la recta razón, cosa que la ley no permite,
luego obra injustamente. Pero ¿contra quién? ¿No es verdad que contra la
ciudad, y no contra sí mismo? Sufre en efecto, voluntariamente, pero nadie es
objeto de trato injusto voluntariamente. Por eso también la ciudad lo castiga,
y se impone cierta pérdida de derechos civiles al que intenta destruirse a sí
mismo, por considerarse que comete una injusticia contra la ciudad “
[5]
OC LXX, 495. “Esta vida, como sabes, no
ha de ser retenida siempre, pues lo bueno no es vivir, sino vivir bien. Por eso
el sabio vivirá tanto como deberá, no tanto como podrá; él verá dónde ha de
vivir, con quiénes, cómo y qué ha de hacer. Él piensa a toda hora cuál sea la
vida, no cuánta; si se le presentan muchas molestias y estorbos que perturben
su tranquilidad, se licencia a sí mismo. Y no hace esto en la última necesidad,
sino que tan pronto como empieza a serle suspecta la fortuna, reflexiona con
toda diligencia si ha de acabar de una vez. Juzga que ninguna importancia tiene
para él, si ha de cansarse o hade esperar su propio fin, si ha de ser más
temprano o más tarde; y no siente ningún temor como de una gran pérdida. Nadie
puede perder mucho en aquello que se escurre gota a gota. Morir más tarde o más
pronto no tiene importancia; lo que importa es morir bien o mal…la vida no ha
de comprarse a cualquier precio…”
[6]
OCI,XX,50. “aplicaremos al hombre las
palabras no matarás, entendiendo: ni a otro ni a ti, puesto que quien se mata a
si mismo mata a un hombre”.
[7]
III, Parte II-II a, C.64 a.5, pp. 533-535. “ Es absolutamente ilícito suicidarse por
tres razones: primera, porque todo ser se ama naturalmente a sí mismo, y a esto
se debe el que todo ser se conserva naturalmente en la existencia y resista,
cuanto sea capaz, a lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que alguien se
dé muerte va contra la inclinación natural y contra la caridad por la que uno
debe amarse a sí mismo; de ahí que el suicidarse sea siempre pecado mortal por ir contra la ley natural y contra la
caridad. Segunda, porque cada parte, en cuanto tal, pertenece a la sociedad.
Por eso el que se suicida hace injuria a la comunidad, como se pone de
manifiesto por el Filósofo en el libro V de la Ética a Nicómaco. Tercera,
porque la vida es un don divino dado al hombre y sujeto a su divina potestad,
que da la muerte y la vida. Y , por tanto, el que se priva a sí mismo de la
vida peca contra Dios, como el que mata a un siervo ajeno peca contra el señor
de quien es siervo; o como peca al que se arroga la facultad de juzgar una cosa
que no le está encomendada, pues sólo a Dios pertenece el juicio de la muerte y
dela vida, según el texto de Dt. 32,39. -Yo
quitaré la vida y yo haré vivir-“
[8]
Ensayos, I, XXXIII, 281. http://desbordamientospuntuales.blogspot.com.ar/2017/05/el-comentario-que-entagled-publico-el.html
[9]
PP cap.69,p.305 “el suicidio, lejos de
negar la voluntad de vivir, la afirma enérgicamente. Pues la negación no
consiste en aborrecer el dolor, sino los goces de la vida. El suicida ama la
vida; lo único que le pasa es que no acepta las condiciones en que se le
ofrece. Al destruir su cuerpo no renuncia a la voluntad de vivir, sino a la
vida. Quiere vivir, aceptaría una vida sin sufrimientos y la afirmación de su
cuerpo, pero sufre indeciblemente porque las circunstancias no le permiten
gozar de la vida.”
[10]
Aurora, nn.52.
http://elunicoanticristo.blogspot.com.ar/2013/01/el-suicidio-de-nietzsche.html.
[11]
Albert Camus. “El mito del Sísifo”. Pag. 60
[12]
Erik Fromm, en su libro “Anatomía de la destructividad humana” expresa que lo
que ha ocurrido en la sociedad industrial moderna es que las tradiciones, los
valores comunes y los lazos personales genuinos con los demás han desaparecido
en gran parte. El hombre masa contemporáneo, está aislado y solo, aunque forme
parte de una muchedumbre; no tiene convicciones que compartir con los demás:
sólo consignas e ideologías, que le proporcionan los medios masivos de
comunicación. El hombre se ha convertido en un á-tomo, que se mantiene unido a
la sociedad por intereses comunes, que a su vez pueden ser antagónicos y el
nexo es el dinero como valor supremo de la sociedad de consumo capitalista.
Pág. 118.
[13]
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/suplementos/cultural/el-efecto-werther-los-imitadores-de-la-muerte-1510475.html
[14]
http://literaturauniversal.carpetapedagogica.com/2013/02/las-cuitas-del-joven-werther.html
[15]
Sol Mayte Álvarez Torres. Efecto Werther: Una propuesta de intervención en la
facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación (UPV/EHU), pag.49 (2/9).
[16]
. Sara R. Paredes Márquez. El Cibersuicidio a través de las TIC: Un nuevo
concepto. PDF.
[17]
Elías Neuman. El Patrón. Radiografía de un Crimen. Emecé Editores. 1988.
[18]
Elías Neuman. Victimología y control social. Editorial Universidad. 1994.
[20]
Palabras del Ayudante Fiscal, del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de
Salto.
[21]
Código Penal de la Nación Argentina.
[22]
Sebastián Amadeo. Instigación o ayuda al suicidio. http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/cpcomentado/cpc37777.pdf