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lunes, 22 de diciembre de 2014

Conclusión

“La filosofía me destruye el cerebro y me hace perder el sentido de ubicación. Me desubica. Me desacomoda. Me desestructura. Me hace salir un rato de lo cotidiano. De este mundo cosificado donde todo tiene valor y donde todo es útil, con lo cual me convierte en un Ser inútil. Me hace tomar conciencia de que en este mundo no soy nada y que la mejor verdad es el silencio. Que todo es anarquía, caos, un gran orden-desorden. Que todo fluye. Que todo se transforma. Que todo es inestable. Que el tiempo no existe. Sólo sé que existo y no sé por qué. Me convierte en un sospechoso. Sospecho de todo: Ser, Dios, Patria, amistad, amor, religión, palabra, historia, ciencia, lenguaje, verdad, conocimiento… de todo… La filosofía me ha arrojado a un mundo al que todavía no termino de entender y me convierte en un Ser ignorante. Uno elige ser lo que es y he elegido ser, en este mundo, un Ser inútil e ignorante, (consciente de mi finitud); aunque elegiría seguir siéndolo; a ser un ignorante útil o útil ignorante”.